LA RABIA (REFLEXIONES DE UN POETA EN LA SOMBRA - XXI)

    Antes de la invención de la vacuna, la rabia era una terrible enfermedad, en ocasiones asociada a posesiones diabólicas y demás misterios. Prácticamente, con los años y los avances médicos, fue erradicada en los países “civilizados”. Pero, hoy, ahora, en pleno siglo XXI, la rabia ha vuelto a extenderse como una plaga. Pero no aquella rabia de visibles síntomas, sino una rabia muy diferente. Es la rabia que genera la impotencia de los pueblos que se sienten oprimidos, engañados, tratados como imbéciles. Hay una rabia latente en los ciudadanos. En algún tiempo, cuando lo políticamente correcto no existía tal y como lo conocemos, los regímenes totalitarios de uno y otro signo se movían a sus anchas. Así, las más extremas ideologías imponían su ley y oprimían al pueblo sin esconderse. Pero ahora no. Estamos asistiendo, sin darnos cuenta o sin querer darnos cuenta, a la consolidación de una sociedad basada en la mentira. Antes nos miraban con seriedad y autoritarismo. Ahora nos miran con una sonrisa y diciéndonos dulces palabras vacías de contenido. Pero nos siguen fastidiando igual. Esto es una democracia. El obrero sigue explotado, pero, eso sí, en vez de con la amenaza del calabozo, con una sonrisa. La estructura social ha llegado a unos grados de estupidez tan impensables e inverosímiles como los de “fumar es muy malo y te mata”; pero nosotros permitimos que se venda eso que te mata y vas a fumar a tu… casa. Eso sí; puedes respirar todo el aire contaminado que quieras, que nuestras industrias seguirán envenenando la atmósfera, ríos y mares. A la hora de conducir, las prohibiciones son cada día más descarriadas. No puede usted tomarse una copa porque es muy malo; pero las carreteras pueden estar llenas de socavones, deficientemente señalizadas y mal peraltadas, que eso no provoca accidentes. Esto es una democracia. Usted es libre. Pero cuando exprese su opinión, hágalo por los cauces legales; es decir, en su casa. Porque el ciudadano de a pie no tiene ninguna posibilidad de subir a la tribuna y decir lo que piensa y que adquiera cierta relevancia a nivel social, como hacen día tras día los gobernantes de este mundo de hipocresía y falacia. Como nos enseñaron que la democracia es el mal menor; resulta que tenemos que aguantar lo que no echen porque somos muy democráticos. A veces me parece estar viviendo una pesadilla. Si fuese político –cosa que jamás llevaría a cabo- no me atrevería ni a esbozar una mínima sonrisa ante el panorama patético y obsceno que estamos viviendo. He acabado pensando que la única diferencia entre una dictadura y una democracia es que, en la primera te decían “esto es así y se acabó”; y en la segunda te dicen “el poder lo tiene el pueblo”, mientras se ríen del pueblo y siguen haciendo lo que les da la gana. Es decir, manda el pueblo, pero el pueblo hará lo que nosotros queramos. Qué triste. Hubo un tiempo en que aún existían utopías. Hubo un tiempo en que creímos ser libres. Tal vez lo soñé. Ahora sólo queda la rabia. Cuando oigo “La ley está para cumplirse”, y veo la gente sin techo con el consiguiente incumplimiento de los artículos de la constitución y los derechos humanos. Cuando oigo “Todos somos iguales ante la ley”; y veo que los que tienen viven a costa de los currantes, vulnerando los respectivos artículos de la leyes básicas que nos hemos dado. En fin, para qué seguir. Sólo rabia se puede sentir. Una rabia para la cual la única vacuna sería erradicar la vanidad, la soberbia de un sistema envilecido y envanecido, que se regocija en su propia prepotencia, aplastando como siempre al pueblo, que tan solo anhela vivir en paz.


Comentarios

  1. muy bueno, me identifico con lo que expresas...rabia se siente antae tanta mezquindad e injusticia...saludos, dejo mi direccion http://www.letraseneltiempodelourdesaquino.blogspot.com/

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