LAS PIEDRAS QUE HABLAN EN GALICIA - CAMPO LAMEIRO
Montes de Galicia, donde es posible encontrar gran
variedad de restos megalíticos. |
Fue
hace unos 17 años. Joven y lleno de energía, en busca de respuestas a preguntas
tal vez incontestables sobre nuestros orígenes, me dediqué a recorrer Galicia.
Sus montañas romas, viejas, los bosques de robles centenarios. Entonces, aún no
habían tomado forma los grandes proyectos destinados a salvaguardar el
Patrimonio Prehistórico de Galicia. Así, muchas veces, para encontrar
petroglifos, dólmenes o algunos castros poco conocidos, era necesario indagar
preguntando a las gentes de los pueblos, subiendo montes entre tojos o internándose
en caminos poco transitados. Esto le daba cierto aire de aventura sin riesgo,
al hecho de dar con algunos vestigios del pasado. Hoy, afortunadamente,
compruebo con emoción la atención que se presta a estos restos. Muchos, ya
debidamente señalizados, permiten a los visitantes acceder a ellos con
facilidad.
La Pena Furada hace 17 años |
La Pena Furada hoy en día. En la foto es posible observar el cambio que ha tenido lugar en su entorno. |
Uno
de estos ejemplos es el Parque Arqueológico del Arte Rupestre de Campo Lameiro
en la provincia de Pontevedra. Si bien, estás iniciativas privarán a algún
joven apasionado de las sensaciones que yo viví hace 17 años buscándolos; las
considero indispensables para el mantenimiento del Patrimonio que se remonta a
los orígenes de nuestra civilización. En el caso de Campo Lameiro, si bien, por
motivos obvios, no se ha podido englobar todos los petroglifos de la zona –El
magnífico ejemplar de ciervo de la Rotea de Mendo o la serpiente de Penalba han
quedado fuera del Parque-; si se ha abarcado una importante muestra de
los petroglifos de esta zona. El paseo comprende 22 hectáreas y he
tenido la fortuna de caminarlo en un día que no había más gentes para la
visita. El maravilloso paisaje natural en el que se encuentran situados los
petroglifos en plena naturaleza gallega, llena el ánimo de paz y esperanza. Aún
quedan lugares sin herir por la mano del hombre.
La Laxe dos Carballos en el Parque Arqueológico de Arte Rupestre de Campo Lameiro. Uno de los más bellos petroglifos gallegos. |
Alrededor
de los castros, dólmenes y petroglifos gallegos, la tradición popular ha generado
todo un mundo mágico de hermosas mujeres y seres misteriosos llamados mouros,
custodios de los tesoros inconmensurables. Las gentes vivían con ellos de
manera natural desde siempre. La primera referencia a los petroglifos data del
siglo XVIII. Es posteriormente, en el siglo XIX, con Manuel Murguía, cuando se
comienza a tomar conciencia de la importancia de estos vestigios. Es en el
Noroeste gallego donde se encuentra una de las mayores acumulaciones de
petroglifos del mundo. Los entendidos sitúan el origen a finales del Neolítico
y la Edad de Bronce; a lo largo de los milenios III y II a.C.
Caprichosas formaciones en las mágicas roca de Galicia bañadas por el sol.
Es
Ramón Sobrino Buhigas en la primera mitad del siglo XX, quien llevará a cabo un
trabajo de campo sobre los petroglifos que plasmará en su obra “Corpus
Petroglyphorum Gallaeciae”. Trabajo de referencia hoy en día. Ramón Sobrino
Lorenzo-Ruza, continuará la labor de su padre, aportando ideas técnicas y
teóricas más avanzadas. Recorriendo la zona que abarca el Parque Arqueológico
del Arte Rupestre de Campo Lameiro podemos observar la reconstrucción de un
poblado de la época, y hacernos una idea del estilo de vida que
llevaban nuestros antepasados de finales del Neolítico y la Edad de Bronce.
Eran sociedades que dominaban la agricultura y trabajaban la cerámica para la
elaboración de piezas con fines utilitarios y también artísticos. También
fundían el metal para dar forma a útiles de labranza y armas de lucha.
Foto donde se pueden apreciar las dimensiones de la Pena Furada. |
Interio de la Pena Furada. |
Fue el granito,
tan presente en Galicia, el escenario donde, ayudados por piedras duras como el
cuarzo, los habitantes de estos lugares dieron forma a los petroglifos. Después
de miles de años, y a pesar de la degradación natural del granito y los agentes
biológicos como los líquenes tan abundantes en Galicia, los petroglifos han
conseguido llegar hasta nosotros. Visitar el Parque Arqueológico del Arte
Rupestre de Campo Lameiro resulta un paseo gratificante entre robles y pinos,
para acercarnos a los petroglifos perfectamente señalizados. La “Laxe dos
Carballos” está considerado uno de los más bellos de Galicia. La roca está
llena de ciervos, pero destaca uno de gran tamaño con lanzas clavadas en el
lomo y un collar colgado al cuello.
La variedad se sucede; desde las escenas de monta de “Outeiro dos Cogoludos I”,
pasando por las cazoletas y círculos concéntricos de “Outeiro das Ventaniñas”.
Todo me hace pensar que este arte es el que más ha conseguido fundirse con la
naturaleza. Los seres humanos que grabaron estas figuras utilizaron a la
perfección los accidentes de las rocas -grietas, fisuras y diaclasas- para
ordenar sus composiciones. Muchas son las teorías acerca de la creación de los
petroglifos. Desde ritos de caza a todo tipo de ceremonias. La mayoría hablan
de una función para el grupo. Sin embargo, siempre me ha gustado pensar que, al
menos en sus inicios, surgió de las manos de artistas que, en solitario,
dejaron su impronta en las rocas. Posteriormente es posible que sus creaciones
adquiriese una relevancia para el resto de la población primitiva. Pero, en su
inicio, quiero pensar que fue un trabajo individual y de inspiración de algunos
que utilizaron la piedra como lienzo.
Soberbio ejemplar de roble en el Parque Arqueológico de Arte Rupestre de Campo Lameiro.
En
esta visita al Parque Arqueológico del Arte Rupestre de Campo Lameiro,
tengo que hacer una especial mención a “Outeiro da Pena Furada”. Hace 17
años, pude acceder a él subiendo el monte entre matorrales. Hoy, esa roca
exenta que se apoya sobre otra y tiene en su interior una gran oquedad, es de
fácil acceso para el visitante, que puede observar su rotunda forma y meditar
sobre la posible función de esta formación. Paseando los montes de Campo
Lameiro, de nuevo, he recordado al joven que fui; curioso e inquieto por saber
cada día más. Desde entonces hasta hoy, los enigmas del pasado siguen
planteando al hombre cuestiones que aún no han encontrado respuesta. Tal vez
nunca sepamos todo lo que los vestigios nos han querido decir. Pero lo más
excitante es la búsqueda, una aventura sin fin que nos hace soñar. Porque ¿Qué
sería de hombre sin sueños?
Petroglifo de Outeiro dos Cogoludos I, donde se pueden observar complejas combinaciones circulares.
Comentarios
Publicar un comentario