ALBARRACÍN Y EL ARTE DEL HIERRO FORJADO DE ADOLFO JARRETA

Calle Azagra, en el corazón de Albarracín
                                                         

Mi agradecimiento a Mª del Pilar Lázaro por permitirme fotografiar
 algunas de las obras de Adolfo Jarreta  para este artículo

    Puerta de las Gargantas del río Guadalaviar que rodea su figura, a más de mil metros de altitud, como surgido de las mismas entrañas de las tierras de Teruel, se erige el pueblo de Albarracín. Un sueño para cualquier artista y la mejor inspiración para los pintores, poetas y demás creadores que tengan la fortuna de pasear sus estrechas y mágicas calles. Madera y yeso rojo se fusionan para dar vida a muchas de las casas que, en algunos tramos estrechos, casi besan sus balcones. Tan íntimo entramado se debe a que, siglos atrás, fue necesario el aprovechamiento máximo del espacio dentro de murallas. Sobre la hoz del río, he visto la noche de estío abatirse lentamente en sus casas colgadas, y el amanecer besar los tejados de sus construcciones.
Aldabas y otros elementos para las puertas,
forman parte del trabajo del hierro forjado en Albarracín.

    La sierra de Albarracín al norte, y los Montes Universales al sur. No podía existir un nombre más rotundo y fantástico para las montañas que custodian Albarracín. Sentir que uno transita las calles del pueblo situado en una colina de esos montes, es pasear por la historia y también por la fantasía más envolvente que uno pueda imaginar. Escalinatas, pasadizos, muros irregulares, puertas de antiguas maderas decoradas con llamadores de hierro forjado con formas de animales o seres fantásticos, ventanas con visillos de encaje; transportan al visitante a un mundo de ensueño.  
Llamador realizado por Adolfo Jarreta. Museo de la Forja
    Las pinturas prehistóricas dan testimonio de los primeros pobladores de la zona. Aunque serían un grupo berberisco de la tribu de los Ibn-Racin que entraron con la invasión musulmana, los que dieron nombre al pueblo.  Reino de taifa independiente durante casi cien años, con la llegada de los almorávides a Al-Andalus, pasó a depender del Reino de Valencia. Aún es posible contemplar los lienzos de murallas del siglo XI subiendo por la montaña. Después será el linaje navarro de los Azagra quien hará un Señorío Independiente de Castilla y Aragón, creando un obispado propio y haciendo prosperar su economía. Pedro III de Aragón la conquistará años después, pasando definitivamente a la Corona de Aragón a principios del siglo XIV.  
Foto de Adolfo Jarreta en su trabajo.
    Hablar en un solo artículo de todos los monumentos de Albarracín sería tarea imposible. En los lugares por donde uno pasa, siempre hay algo que deja una impronta más honda en el ánimo. En esta visita, la sorpresa llego de la contemplación de la obra del Maestro el Arte el Hierro Forjado, Adolfo Jarreta Cuartero. En la calle Azagra se encuentra este lugar que, gracias a la amabilidad de Mª Pilar Lázaro, he podido visitar con detenimiento y recrearme admirando el arte de Adolfo Jarreta.
Muestra del trabajo de rejería de Adolfo Jarreta.
Museo de la Forja.
    Nacido en Pozuelo de Aragón en 1915 en una familia de agricultores, comenzaría a trabajar el hierro desde muy joven, con tan solo doce años. Después de recorrer Aragón con su arte, en 1958 llegaría a Albarracín y llevaría acabo su labor de herrero-forjador durante un cuarto de siglo en el pueblo. Cuentan que era de carácter introvertido y que nunca le interesó la fama. De la lucha del hombre con el hierro han salido todo un abanico de obras magistrales que denotan un genio creador. La 134 piezas que se exponen en el Museo de la Forja, son una muestra incomparable de una labor artística que late en un pequeño lugar de la Calle Azagra, en el corazón de Albarracín, y de ahí se extiende por las calles del pueblo para mayor belleza de este rincón de España imposible de olvidar.
Una de las piezas más originales de Adolfo Jarreta.
Museo de la Forja
     Puedo imaginar al forjador Adolfo Jarreta en su fragua. Ese oxígeno que pugna por acompañar al hierro candente para generar el óxido de hierro, sustancia que, gracias a los golpes de martillo, se convierte en una lluvia de chispas. Mi bisabuelo realizaba también este duro oficio, y mi tío recuerda manejar el fuelle incesantemente cuando era niño, mientras su abuelo trabajaba. Al encontrarme delante de la obra de Adolfo Jarreta, descubro que ha sido un hombre que ha hecho de su profesión un arte. Todos los pasos que conlleva el arte de la forja han sacado a la luz figuras de gran fuerza y proyección. Estirar, recalcar, dar relieves, todo ello se culmina en las obras de Adolfo Jarreta. Y, como no, el difícil proceso de soldar. El acompasado martilleo suave que concluye en otros impactos más fuertes cuando el rojo vivo del hierro es blanco. El bórax con el que se cubre la pieza para resguardar al hierro del oxígeno se escapa líquido entre la soldadura que se efectúa al unirse  los dos metales en estado puro. No sería de extrañar que fuese el polvo de arcilla o la arena fina arcillosa la empleada en vez del polvo de cristal. A la perfección realizó Adolfo Jarreta en muchas de sus piezas la soldadura, ya que parece no existir y la obra semeja ser un todo.
Toro de hierro macizo de considerable peso. Obra de Adolfo Jarreta.
Museo de la Forja.
    En el calor de la fragua, Adolfo Jarreta fue, poco a poco, dando forma al hierro tan abundante en la Sierra de Mena y de Albarracín, para crear gran parte de los elementos decorativos que podemos ver en la arquitectura del pueblo. Pero, además de crear verdaderas obras de arte de carácter utilitario; también dio forma a un gran número de obras artísticas que hoy se pueden contemplar en el Museo de la Forja.
Obra de gran calidad artística de Adolfo Jarreta.
Museo de la Forja.
     El trabajo del hierro ofrece todo un abanico de posibilidades al forjador. Con relación a la producción de elementos decorativos para la arquitectura, destaca la rejería. Las veletas y los llamadores. Estos últimos van desde las argollas, hasta lagartos y aldabas de diversas formas. Cerraduras y llaves. Faroles. Los aperos de labranza ocupan gran parte de la producción del hierro. Con especial mención al arado. Sin olvidar los útiles de cocina. El oficio de la forja es parte fundamental en la historia de la civilización. Adolfo Jarreta ha ido más allá en su trabajo, para ofrecernos en la vertiente artística de su obra,  un gran número de piezas originales que conmueven al que las observa.
Detalle de una de las obras de Adolfo Jarreta de gran fuerza expresiva.
Museo de la Forja

Original cristo crucificado de Adolfo Jarreta. Museo de la Forja








  





 






    Tengo que agradecer a Mª Pilar Lázaro que me haya permitido sacar fotos de las obras de Adolfo Jarreta para este artículo. Creo que ellas darán una idea aproximada del talento artístico de este forjador. Aunque, como en todo arte, lo ideal es la contemplación directa de la obra. Por eso, si vais a Albarracín, os recomiendo esta visita que nos acerca a la obra de Adolfo Jarreta y ayuda a comprender un poco mejor el oficio del forjador. Es importante mencionar a José Luis Jarreta; hijo de Adolfo Jarreta, que ayudó a su padre en los trabajos de forja. Sería necesario que, oficios como este, tuvieran una continuidad; ya que forman parte de la riqueza cultural de los pueblos.
           Excelente muestra de la maestría de Adolfo Jarreta trabajando el hierro. Museo de la Forja



    Después de un día caluroso, observo desde mi habitación como la noche va descendiendo sobre el pueblo de Albarracín. Los numerosos vencejos hacen acrobacias entre las casas, los campanarios, las luces que comienzan a encenderse. Siento en mi interior el incesante martillar que parece latir en las entrañas de la tierra. Para la historia ha quedado un rico legado construido en la soledad de la fragua por Adolfo Jarreta. Un artista que ha dejado para la posteridad toda una obra, muestra del gran talento que llegó a desarrollar en el duro oficio de la forja.

                                                      Mágico cielo en la noche de Albarracín.


Museo de la Forja en la Calle Azagra.

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