EN LA NOCHE CERRADA
Fue en la noche cerrada, herido
gravemente, ensangrentado, bajé a la playa y, arrodillado en las aguas,
arropado por la oscuridad nocturna, lave mis heridas, alivié mi cuerpo
lacerado. Todo era silencio entonces. Vacío asfixiante de ausencias e
incertidumbre. Tal vez lejos, alrededor de mis angustias, latía una
civilización festiva plena de esperanzas. Mientras yo, transido de dolor y
desencanto, sentía el frío de las aguas en mi castigada piel. Fue en la noche
cerrada, en otro tiempo que hoy se antoja extraño y huidizo. Pero existió. La
playa aún sigue ahí. Los veraneantes la frecuentan, ajenos a los hechos que
sucedieron aquella noche de novilunio. Aún recuerdo esa sensación áspera de la
arena hiriendo mis rodillas, la espuma del mar sobre mi pecho. Fue en la noche
cerrada. Aquella que el alma reconoce como su más fiel testimonio de revelación
sentida.
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