EN LA NOCHE - II - LA MUJER DEL MALECÓN
Desde la ventana observo como la noche abraza las casas y árboles
cercanos. Debe seguir rugiendo el mar
contra el malecón de nuestro desencanto. Nuestra historia quedó retenida en un
muelle de brumas que jamás se disipan. Por ellas transitan los heridos de amor.
En noches como esta, tomo el abrigo y me pongo el sombrero, para acercarme a la
orilla de las aguas sonoras. Al final del malecón, entre la niebla, aún llora
una mujer por ser esclava en un mundo insensible a sus lágrimas calladas que
van cayendo al mar de sus angustias. Permanezco en silencio. No me atrevo a
mirarla. Probablemente sus ojos sean como esos cielos limpios y serenos que ella puede surcar sin que nadie intente aprisionar su vuelo.
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