DE VIAJES Y LUGARES SENTIDOS - III - MUXÍA

    Parece que el destino caprichoso está empeñado, de un modo u otro, en ir reduciendo a cenizas los más emblemáticos símbolos de Galicia. Esos lugares que he recorrido lleno de vigor, que transmiten al caminante una fuerza que va más allá de lo imaginable, lugares en los que uno se carga de energía; en los últimos tiempos están sufriendo el castigo implacable del fuego. Desde las Fragas do Eume, vergel incomparable que fue pasto de las llamas; pasando por el mítico y enigmático Monte Pindo, donde desde su cumbre en el alto de La Moa, a 627 de altura, se puede divisar a un lado las playas de Carnota y al otro Finisterre; hasta llegar ahora al Santuario de Muxía que ha sido herido fatalmente por un rayo. Dentro del drama que supone la pérdida del interior del Santuario de A Virxe da Barca de origen barroco, por lo menos, el fuego implacable no ha podido destruir todo lo que rodea el templo. Porque esa zona de costa de Muxía está llena de míticas piedras que nos hablan de leyendas e historias fascinantes.  Parece ser que las llamas han hecho desaparecer el retablo Mayor del siglo XVII dedicado a la Virgen de la Barca del artista compostelano Miguel de Romay, al igual que los retablos laterales. Es lamentable que el azar sea tan caprichoso. Muxía es uno de esos lugares de Galicia que, cuando uno los  visita, es imposible no sentir las energías telúricas que lo invaden. Es un recorrido fascinante contemplar la "Pedra de Abalar", la "Pedra dos Cadrís" y otras, junto a un mar que, muchas veces descarga su fuerza contra la costa, en un espectáculo indescriptible, de una belleza arrebatadora. Ante hechos tal aleatorios como el ocurrido con la caída del rayo, uno vuelve a reflexionar sobre lo efímero de la naturaleza humana, sobre lo sutil que es la línea que separa la grandeza de la nada. Uno siente de nuevo que la vida de los humanos pende siempre de un imperceptible hilo extremadamente fino, sensible de romperse en cualquier instante. Pero pasaran los días, pasaremos nosotros, y esta Galicia ancestral volverá a regenerarse y seguirá latiendo con la fuerza que le da esa costa quebrada y jalonada por playas mansas, acantilados tempestuosos y el aliento salvaje de la naturaleza que supura por cada poro de esta tierra tan enigmática y hermosa.    

FOTO DE JULIO MARIÑAS - MUXÍA

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