FRANÇOIS TRUFFAUT – LOS DULCES SUEÑOS Y LA CRUDA REALIDAD (PARTE III)
Unos segundos son suficientes para cambiar la vida de un ser humano. En la cuarta película de Truffaut, “La peau douce”, la suerte del protagonista se juega en dos breves lapsus de tiempo. Uno al principio y otro al final de la película. Si Pierre Lachenay, interpretado por Jean Desailly, hubiese perdido el avión que lo llevaba a Lisboa para dar una conferencia sobre Balzac –escritor tan querido por Truffaut-, probablemente nunca su mirada se hubiese cruzado con la de Nicole, interpretada por Françoise Dorléac – actriz que fallecería en plena juventud en un accidente de tráfico, poco después de interpretar con su hermana Catherine Deneuve, “Las señoritas de Rochefort”-, y él, no habría traicionado a su mujer. Tan frágil es el destino en la vida de un hombre, que una cabina de teléfono ocupada en el restaurante al que Pierre suele ir habitualmente, le impide hablar con su mujer; desencadenando el fatal desenlace. Truffaut juega con los tiempos, abre y cierra el ciclo de la película con maestría, en la mejor tradición de su admirado Alfred Hitchcock. Pero, si algo me parece destacable en “La peau douce”, es el arranque de la película con el inserto de los dos pares de manos jugando con suavidad bajo los títulos de crédito. Curiosamente, el protagonista de la película tiene el mismo apellido que Robert Lachenay, amigo de infancia del director; en el cual se inspiró Truffaut para ciertos matices del personaje de Antoine Doinel. El director hace continuos guiños a su vida, porque el cine lo es todo para él, y ambos se fusionan constantemente. Hay todo un mundo de sensaciones en el rostro de la actriz Nelly Benedetti, que encarna a Franca, la mujer traicionada, después de llevar a cabo su propósito. Se podría escribir todo un libro acerca de los sentimientos que nos suscita ese último plano. Truffaut emplea, al rodar la secuencia en que Nicole dice a Pierre que no quiere atarse a él, el mismo estilo que empleó en “Tirez sur le pianiste”; cuando Teresa, interpretada por Nicole Berger, cuenta su infidelidad a Edouard, interpretado por Charles Aznavour, poco antes de suicidarse. La cámara sigue a las actrices mientras hablan, tomando diferentes perspectivas de ellas, sin mostrarnos a los receptores del mensaje. Pero, quizás el mayor acierto de “La peau douce”, es que Truffaut disecciona con gran maestría cinematográfica a los tres principales personajes de la trama; mostrándonos su evolución o involución a lo largo de la película. A veces, unos segundos de nuestras vidas, pueden contener todo nuestro futuro.
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