LA GALICIA QUE ME HABITA
Galicia. Soledad
de construcciones olvidadas. Caminos que albergan el paso cansado de peregrinos
que siguen las sendas de esperanzas ya extintas. Lugares donde la maleza pugna
por engullir lo que en otro tiempo fue refugio de almas y guarda ecos de historias
que nunca ya podrán ser reveladas. Restos a las orillas de los ríos que fluye
ajenos al trabajo que en otro tiempo realizaron las aguas con su discurrir al
mover las piedras de molinos, sustento de humildes campesinos.
CUMBRE
Después de la menuda lluvia que acaricia el
cuerpo de una Galicia única, como en un rotundo “si a la vida”, el sol vuelve a
surgir entre los centenarios árboles y lanza destellos sobre las aguas que
arrastran a los ausentes. Galicia húmeda, verde, roma en sus viejas montañas
donde habitan los innumerables dioses mitológicos que no tuvieron más remedio
que llegar hasta aquí, a la tierra del fin del mundo; donde es posible escuchar
aún el llanto de las ánimas que arrastran su pesar en las oscuras noches donde
las procesiones fantasmagóricas hacen volar la imaginación.
PUNTA RONCUDO |
Galicia que tiene el perfil de su geografía
quebrado por innumerables rías, acantilados, calas ocultas, ensenadas, extensas
playas. Costa de la Muerte donde cientos de naufragios han tenido lugar cerca
de sus orillas. Y siempre el mar. Un mar que ofrece sus frutos y a la vez juega
con los curtidos marinos en los tiempos de tormenta, cuando las olas rompen en
las costas y ruge el viento danzando entre los farallones y las furnas. Galicia
Finis Terrae, donde las, en otro tiempo, invencibles legiones romanas, el
ejercito más poderoso del mundo, enmudeció de asombro al contemplar como el sol
era engullido lentamente por el mar.
CAMINO DE SANTIAGO |
Galicia que abre
el pecho del que llega a la cumbre de la Sierra del Barbanza o el Monte Pindo,
desde donde se pueden contemplar mágicas e inolvidables vistas de una tierra
viva enigmática e inolvidable. Galicia, donde las piedras hablan. En sus
petroglifos, sus dólmenes, menhires, monasterios ocultos en el verde
inigualable de una tierra para soñar. Le debo algo más que un artículo a esta tierra que me vio nacer y tanto he caminado. Algún día le dedicaré ese
libro que, a pesar de tener páginas y páginas de mis viajes, aún no me he
atrevido a escribir. Tal vez porque es demasiado el respeto que tengo a esta
Galicia tan profunda y misteriosa.
FINISTERRE |
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