LAS SOMBRAS
Apenas dibujadas
sobre el suelo, la pared de un muro, los caminos polvorientos; ya se han
desvanecido. Tal vez por eso les damos tan poca importancia. Son un negativo de
nuestra imagen, como la cara oculta de una misteriosa luna. Las sombras
aparecen y desaparecen por arte de magia. La mayoría de las veces, transcurre
la jornada sin que nos hayamos parado a contemplar nuestra sombra. Surge de los pies y, sinuosa, no conoce más obstáculos que la carencia de luz para
vivir. En un continuo surgir y desvanecerse, hace lo posible por asomar a la
luz de las farolas que iluminan las noches solitarias. A pesar de que pueda
parecer que no está, siempre late en la pared que amarillea en la penumbra del
solitario cuarto. Procuro observarla como negativo de lo más puro que hay en
mí. Un negativo que sólo yo o quien yo estime necesario podrá revelar. Porque son
tiempos de espesas nieblas proclives a ocultar el sol. Así, un ejército de
sombras asola nuestras vidas, pugna por asaltar los sueños más queridos. Son
sigilosas sombras de corruptos humanos sin conciencia. Ellos viven la vanidosa
existencia del que ha conquistado una verdad creada a fuerza de quebrar las
almas débiles. Y suben y suben. Pero toda ascensión tiene su final. Después,
hay que bajar si uno no quiere que la falta de oxígeno y el intenso frío lo
convierta en un hierático muñeco. Las sombras acechan al más indefenso, al que
no tiene posibles para seguir en pie y proyectar una sombra lo suficientemente
fuerte para hacer frente a las adversidades. No obstante, nada hay que temer.
Las sombras que hoy parecen de gigantes; mañana no serán más que humo en la
historia de los hombres. Su negra silueta se desvanecerá, y surgirán las
sombras de los amantes entre tanta incertidumbre, para recordarnos que sólo el
amor nos dará alas en las fatídicas horas donde habita el desconsuelo.
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