DE SÉNECA AL SIBHG
"Lo importante no es vivir mucho, sino vivir bien"; decía el filósofo cordobés Séneca. Y no andaba desencaminado el hombre. Lo malo es que no le hemos hecho demasiado caso; ni en esto, ni en otras muchas cosas. El ser humano ha invertido gran parte de sus esfuerzos en ampliar su esperanza de vida. Paralelo a ese intento, ha creado una "sociedad del bienestar" que intenta obsequiarnos con una "Vejez digna". El problema está en un pequeño matiz. ¿Qué es el bienestar? ¿Qué es la dignidad? Casi hay una percepción diferente en cada ser humano para estos dos conceptos. Así las cosas, parece flotar en el aire de los países desarrollados el slogan "Aspire usted a una larga vida y consuma los productos que para su bienestar hemos elaborado". Me pregunto entonces ¿En la época de Séneca, al igual que en otras de la antiguedad, las gentes eran unos infelices que desconocían las palabras mágicas? No sé muy bien en que momento empieza. Lo más probable es que haya sido algo progresivo. Lo cierto es que el homo sapiens comienza a montar este follón el día que considera que no puede ser feliz teniendo cubiertas sus necesidades básicas conocidas por todos. La alimentación, el sueño y el sexo. Es entonces cuando, queriendo o sin querer, comienza progresivamente a enfocar su vida como si fuese a vivir siempre. Ironías de la vida; al correr de los años, esa sociedad que ha generado, provoca alteraciones justo en las necesidades básicas. La alimentación (anorexia o bulimia) El sueño (insomnio) El sexo (Impotencia, anorgasmia o falta de deseo) Los casos se multiplican, las consultas del psicólogo se llenan, los hospitales se saturan. Los medicamentos se convierten en el remedio para la mayoría de las patologías. A estas alturas, con este panorama, aún seguimos convencidos de estar viviendo un progreso que nos hace más sanos y longevos. El hombre actual, olvidándose de otra de las sentencias de Séneca, "Hagas los que hagas, recuerda que eres mortal", vive como si no fuese a morir nunca. Generalmente no pasea o corre por el campo para sentirse vivo y disfrutar con la naturaleza. Sale de su coche y se encierra en un gimnasio, después regresar de nuevo a la vorágine de la metrópolis. De acuerdo a un modelo impuesto socialmente, muchas personas hacen ciertas cosas para conseguir una imagen y unas metas preestablecidas por el sistema. Los varemos son iguales para todos. Lo que es bueno es bueno para todos; lo que es malo es malo para todos. Es la unificación de sistema. Se instaura un pensamiento único. Todo lo que se desvíe mínimamente de él, es nocivo y debe ser erradicado. Pensamos que el Gran Hermano de 1984 de Georges Orwell nos toca lejos; pero, a poco que reflexionemos, podemos sentir el aliento del SIBHG " Sistema Inflexible de Bienestar Humano Global " en nuestro cogote. En aras del bienestar surgen las prohibiciones por doquier. "Usted es libre; pero caminará por unos lugares llamados aceras sin correr ni salirse de ellas, beberá alcohol cuando no coja el coche (es decir, nunca, porque es practicamente imposible ir de un sitio a otro en las ciudades sin coche) fumará donde no esté prohibido (es decir, en la propia casa con un poco de suerte, si no se molesta el vecino) Un poco de colesterol o la tensión ligeramente alta, desencadenará una serie de restricciones alimenticias para su mayor seguridad (En pos de una larga vida, nos privarán de los más sabrosos manjares) Si tiene usted antecedentes en la familia de enfermedades cardiovasculares, cáncer u otras patologías posibles de prevenir, comenzará a someterse a diversas pruebas a fin de estar controlado (Previniendo, pasamos la vida temiendo) Usted es libre; pero nosotros le subiremos los impuestos y crearemos otros impuestos para que se sienta un buen contribuyente (El sujeto es esclavo de una economía que lo obliga a vivir para trabajar) Usted es libre; pero no diga lo que piensa sino lo que es politicamente correcto, para que los demás tengan un buen concepto de usted". Podría seguir y seguir; pero creo que con esto ya tenemos bastante. Tenemos un ser humano perfectamente controlado. Hemos hecho que su motivación diaria sea acudir al trabajo para poder subsistir y afrontar los gastos sociales. En su habitat, la ciudad, vaya en coche o a pie, tendrá que ceñirse a unas normas muy concretas. En los momentos de ocio colectivo, cuando salga de su casa, no podrá beber ni fumar. Además, tanto en esos instantes, como los que pase con su familia, mirará muy bien su dieta, privándose de muchas cosas dañinas, que se venden, pero son malas. ¡Que curioso! El individuo ha sido anulado en sus funciones de pensamiento esenciales y entra en un entramado social que, sin darse cuenta, lo aleja de su condición de ser humano. Se produce entonces un fenómeno de deshumanización que nos deja completamente indefensos ante un sistema paternalista que intenta crear un sentido de culpabilidad en todo aquel que se aparte de la norma. Lo importante es no dar tiempo para pensar. La televisión, salvo contadas excepciones, es un buen modo de adoctrinar a la gente con mensajes subliminales y, a la vez, mantenernos entretenidos con elementos de consumo fáciles que atrofien la parte filosófica del individuo para hacerlo más manejable. Muy recomendable hacer una selección minuciosa de los contenidos. Sobre todo para los más jóvenes. Porque es en los niños donde está el problema. Ellos no han conocido otra cosa. Los que tenemos una edad podemos decir aquello de Séneca "Puede arrebatársenos el tener; pero nunca el haber tenido". Pero los niños no conocen otra cosa más que la sociedad en que viven y lo que nosotros podamos enseñarles. No estoy intentando decir eso de que "cualquier tiempo pasado fue mejor". Que los sistemas han querido siempre captar y adoctrinar al individuo. Cierto. Pero nunca con tanta hipocresía. Esto es lo que considero lo grave del asunto. "Usted es libre. Tiene derechos y obligaciones". Muy bien. Para empezar, si tengo cualquiera de las dos cosas ya no soy libre. Si estoy obligado, logicamente no soy libre; y si tengo derechos, como nadie da algo por nada, estoy obligado. No obstante, voy a aceptar que soy libre teniendo derechos y obligaciones. La clave está en que cada vez son más las obligaciones que tenemos para poder mantener esos derechos que cada vez son menos. Resultado. Alguien se está riendo en nuestra cara y no sé muy bien quién es. O no quiero saber quienes son. No hay nada peor que unos mentirosos se acaben creyendo sus propias mentiras. La plebe nos enzarzamos en discusiones sobre lo que es politicamente correcto. Unos dicen esto si, otros dicen esto no. Y, mientras los ciudadanos se pelean, "Los de arriba" se frotan las manos. La sociedad se ha vuelto tan intolerante, que mucha gente no dice lo que piensa por temor a lo politicamente correcto. En todo este barullo, cada vez más difícil de asimilar; la palabra que se puede ver en la bandera del SIBHG (Sistema Inflexible de Bienestar Humano Global) es PROHIBIR. Alrededor de este vocablo gira el drama hipócrita y triste que estamos viviendo. Por los demás, como en el principio, el hombre sigue haciendo la guerra. Pero las guerras empiezan, acaban, vuelven a empezar... Sin embargo, este SIBHG que hemos originado es permanente y no tiene visos de cambiar. Además, ataca a la esencia misma del ser humano; el pensamiento. Sólo resta finalizar citando de nuevo a Séneca en unas palabras que pueden ser de esperanza o, no hay porque definirlas, simplemente una verdad (algo tan escaso hoy en día) "Si eres sabio, atemperarás una cosa con otra: ni esperarás sin desconfianza ni desconfiarás sin esperanza". ¡Si Séneca levantara la cabeza!
Foto de Julio Mariñas |
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