EN LA PLAYA



    Paseo por la playa. El día se repliega sobre el horizonte en matices de sangre, sabiéndose morir sin que para él haya un mañana. La luz del faro de la isla cercana ha comenzado su ritmo de destellos anunciando la llegada irremediable de la oscuridad sobre las aguas de un mar que serena el ánimo, mientras mis pies descalzos pisan las arenas que aún guardan la humedad de sal con la que, hace apenas unos momentos, fueron bañadas por el último estertor de espuma marina, antes de acabar de retirarse la marea para alcanzar la bajamar. Aún no ha muerto del todo la luz del sol, cuando, al elevar mis ojos hacia el cielo percibo la silueta de la luna señoreando un azul que se va desvaneciendo mientras ella refulge misteriosa.

    Junto a este mar nací en un tiempo lejano, cuando las dunas custodiaban la línea de playa y el río desembocaba casi virgen en la mar quebrando el arenal con su último fluir.

Mar

Ayer

de juventud y sueños

Hoy

espejo de lo que fue

    Parece que hace nada que estas piernas que hoy siento cansadas, ágiles corrían por la arena, con mi cuerpo paralelo al mar, internándose progresivamente en las aguas, mojando mis pies, después las rodillas, los muslos, hasta que el líquido elemento frenaba mi ímpetu juvenil.

    Parece que hace nada que mi cuerpo vigoroso nadaba cortando las aguas mientras hería con mis brazos su superficie, para después sumergirme rozando con mi pecho las arenas del fondo hasta contemplar un sinuoso cuerpo femenino que venía a mi encuentro.

    En este otoño que anuncia el paso inexorable de la vida, siento que las horas pasadas me han ido desgastando lentamente, y al tiempo iluminando mi memoria.

    Evoco otros atardeceres de verano cuando, como hoy, el sol moría en la desierta playa y mi cuerpo a otro cuerpo entrelazado sentía el fluir de la marea que mojaba la piel, sin que por ello la pasión se atenuase.

Mar de mi infancia

De  interminables días de verano

Eternos parecían

Como la eternidad que a todos nos espera

    La noche ha caído definitivamente. La luna reflejándose en las aguas parece indiferente a lo que siento; y lo es. Como lo es todo lo que me rodea; indiferente a mis recuerdos locos, a mis sueños de antaño, a aquellas miradas fugaces lejanas pero presentes.

    Una leve sonrisa se dibuja en mis labios, que atenúa una lágrima que pugna por brotar de mis ojos cansados por todo lo vivido, por todo lo sentido; por todo lo perdido que nunca ha de volver.

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©Julio Mariñas

Compositor y escritor

 


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