UNA FLOR SOLITARIA
Una flor solitaria se
eleva discreta
alza su belleza
aislada
sobre la espesa bruma
de los días insomnes
como un vestigio de esperanza callada;
a su alrededor
espinas,
los aromas de tiempos
más radiantes
se han vuelto pestilentes, irrespirables;
mientras, en el cielo
de otoño
aves distraídas
dibujan extraños desvaríos;
espinas y más espinas
rodean tu soledad
y hacen imposible
acercarse a tu tallo;
mejor, la belleza no
debe de ser patrimonio de nadie,
ni siquiera del
poeta, ni del soñador;
una procesión de
restos humanos
sube lentamente la
loma del siglo XXI;
caos, tenebrosidad,
vacío;
y tú, ahí, flor
solitaria,
desafiando a la
mezquindad y el frío,
a la vanidad y el
odio;
las noches
estrelladas te contemplan con respeto
y estrellas fugaces,
cual lágrimas de invierno,
desciende en la
negrura buscando un mañana;
tus pétalos de fuego
hacen vibra el éter,
enriqueciendo audaces
la música del universo;
mi mano, siempre
extendida,
se esfuerza por tocar
tu coraza de seda;
pero sigues lejana;
es el único modo de
alimentar la esperanza
y de abrigar los
sueños que serán siempre eternos.
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