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Mostrando entradas de diciembre, 2014

TAL VEZ LA VIDA - II

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    El tiempo ha pasado veloz sobre los días de sol, allí, en las montañas que arañan con su perfil el alba radiante y el ocaso sentido; veloz por la noche de claro de luna, cuando sobre las aguas serenas, amores furtivos hicieron nido desafiando al espacio y sus misterios insondables. No cesa el tic tac contabilizador de horas vivas y muertas; referente para el humano advertido; a pesar de esa relatividad que conjuga tiempo y espacio, dejando la puerta abierta a diversos interrogantes sobre ese cosmos ignoto y desafiante. Entender que sólo existe aquí y ahora, y ya acaba de pasar; que cada sutil movimiento; un parpadeo, una sonrisa, hasta la efímera brisa de la infancia; va añadiendo, sin remisión, tiempo sobre nuestra existencia; es el concepto más útil para vivir. El error más hiriente de todo esto de la historia del hombre, es haber construido una existencia material, un entramado social, un pensamiento global e individual, como si la vida de cada humano sobre la faz de la tierra

TAL VEZ LA VIDA - I

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    Intrincado laberinto donde circunspecto el humano transita sin perspectiva ni ángulos perfilados. En su retina poliédricas imágenes asoman, fulgor de ocaso, tapiz de horizonte argénteo y quieto. Un aroma de fango ahíto de cadáveres sin nombre se mezcla con la fragancia eterna de juventud y olvido. Por sinuosos corredores vagan los ecos atonales, disonantes, quebrados, de las voces antiguas; cruel plegaria. Y el hombre percibe ese sabor de besos desmayados y sexos acabados en la noche de los tiempos. Sus dedos resbalan por las ásperas paredes de complejos pasadizos. Ítaca está cada vez más lejos. La bruma de las horas la perdió en la noche de novilunio cuando el buque majestuoso de los sueños surcaba mares ignotos, piélagos que hablan de la soledad y el tiempo. Bajo el pragmatismo contemporáneo de la urbe enajenada, duerme la voz del poeta; letargo hacia un abismo sin fin, profundidad de un firmamento en continuo devenir hacia la nada. Mientras surca una lágrima la eterna y fugaz