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Mostrando entradas de noviembre, 2020

A LA BUSCA DE UN MUNDO IDEAL

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      La igualdad no existe, porque todos somos diferentes. Incluso, uno mismo difiere hoy de lo que fue en el pasado y de lo que será en el futuro. La igualdad a la que se puede aspirar es, a que todo el mundo tenga un lugar donde vivir en paz, alimento para sustentarse y alguien en quien confiar cuando esté perdido. Todas las demás retóricas no son más que artificios que se viene sucediendo a lo largo de la historia de la humanidad para mantener a la gente en una constante preocupación y lucha que le impida pensar con claridad y centrarse en vivir el presente.       Lo que somos hoy empezó hace mucho tiempo. Primero, el grupo humano era dominado por un individuo; después fue dirigido por un grupo de individuos; después ese grupo de individuos, no contento con dominar a su gente, decidió dominar sobre otras poblaciones, ciudades o naciones; cuando esto ya no era suficiente, los territorios o países más dominantes de la tierra decidieron dominar a los menos poderosos y esquilmar su

ABISMO

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  Muere la luz, la fe se desmorona, el curso de los ríos  se ha  desviado marchitando la flor, poema perdido; en la noche infernal llora la aurora por no poder salir, presa en la trampa de vanidad, crueldad y desvarío.   El mar escrutador, triste y sombrío, en tenso hálito ruge allá en la costa donde odio y pesar se dan la mano; y una luna de sangre enajenada advierte al firmamento un cruel presagio, oscuro porvenir del ser humano.   Y en las abandonadas casas del olvido, sobre las ruinas de aquello que un día fue, juegan un niño, un perro y un mendigo, entre rotos recuerdos doloridos, rodeados de espectros invisibles que intentan regresar sin tener fe.   Mientras el mundo escapa de su sombra, por una vereda quieta entre malezas avanza el Caminante sin destino, desterrado del mundo, descreído, en esta fría noche de la vida, corazón que se rasga en su latido.   Hasta llegar al pie del precipicio donde puede convulso contemplar
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  NECIOS, QUE LLENAN LA VIDA DE RUIDO Y FURIA     Las palabras de la tragedia de Macbeth escritas   por William Shakespeare, "La vida es una sombra... Una historia contada por un necio, llena de ruido y furia”, y evocadas cuatro siglos después por William Faulkner; hoy, en el siglo XXI, retumban en mi cabeza una y otra vez como las olas de un mar embravecido al desplegar su violencia en la indefensa costa, y siguen vigentes más que nunca. Aunque, del mundo en que vivimos ahora se podría decir: "La vida actual no es ni siquiera una sombra... Se ha convertido en una débil historia contada por muchos necios, que la llenan de ruido y furia”. Y la mayoría de los “vulgares mortales” formamos una costa sufridora ante esa oleada de necios, que la llenan de ruido y furia; necios que, al igual que los mares, aunque en apariencia semejan estar calmos, tienen en su interior una tensión contenida que acaba por golpear una y otra vez la mente de la mayoría de los demás seres humanos.
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LES DIJERON   Les dijeron que sí, pero era no. Les dijeron que no, pero era sí. Les dijeron que siempre, pero era nunca.   Les dijeron que nunca, pero era siempre. Les dijeron que blanco, pero era negro. Les dijeron que agua, pero era fango. Les dijeron protección, pero era abandono. Les dijeron humildad, pero era soberbia. Les dijeron generosidad, pero era avaricia. Les dijeron humanidad, pero era crueldad. Les dijeron paz, pero era guerra. Les dijeron Paraíso, pero era Infierno. Les dijeron amor, pero era odio. Les dijeron verdad, pero era mentira.   Y siguieron, siguieron, siguieron… hasta que la pestilente nube de su vanidad lleno el mundo con la pútrida y fétida estela emanada de su falta de escrúpulos y sus mediocres aires de superioridad. --------- ©Julio Mariñas Compositor y escritor (Nombre artístico de Julio César Mariñas Iglesias) No utilizar esta obra para fines comerciales sin permiso del autor. jucemai@hotmail.com
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  HORIZONTE DE FUEGO   Vimos atardecer, y sobre nuestros sueños declinó el día lentamente. Sucedió en un otoño ya lejano, del que intento encontrar algún vestigio contemplando este ocaso de oro y fuego.   Fuimos tan lúbricos, tan locos, tan esclavos de infinitas pasiones inventadas para envolver de ardiente desenfreno nuestra locura carnal; aquella juventud de sed y entrega.   Cómo no pude retener entre suspiros la magia de viajar hasta el delirio. Por qué los campos verdes se negaron a ser hasta el final nuestro nido de amor desordenado.   Han pasado los años de encontrarse en grutas exclusivas para dos; cuando las aves cantaban a los sueños, y tú eras el yo, y el yo eras tú; ambos fundidos en un verso eterno.   Hoy, con la vida ya cumplida, vigía solitario en mi balcón, contemplo una vez más el cielo calmo, perlado de matices insondables, y me pregunto: ¿Habitamos esa lejanía?   De nuevo el día intenta, en vano, resist