ABISMO
Muere la luz, la fe se desmorona,
el curso de los ríos se ha desviado
marchitando la flor, poema perdido;
en la noche infernal llora la aurora
por no poder salir, presa en la trampa
de vanidad, crueldad y desvarío.
El mar escrutador, triste y sombrío,
en tenso hálito ruge allá en la costa
donde odio y pesar se dan la mano;
y una luna de sangre enajenada
advierte al firmamento un cruel presagio,
oscuro porvenir del ser humano.
Y en las abandonadas casas del olvido,
sobre las ruinas de aquello que un día fue,
juegan un niño, un perro y un mendigo,
entre rotos recuerdos doloridos,
rodeados de espectros invisibles
que intentan regresar sin tener fe.
Mientras el mundo escapa de su sombra,
por una vereda quieta entre malezas
avanza el Caminante sin destino,
desterrado del mundo, descreído,
en esta fría noche de la vida,
corazón que se rasga en su latido.
Hasta llegar al pie del precipicio
donde puede convulso contemplar
como el tiempo, los sueños y el azar,
bajo el amenazante cielo resentido,
danzan un baile abstracto y pervertido,
que el hombre aun no ha sabido descifrar.
Mientras, muere lo eterno, todo es vano,
la flor lejana de una primavera,
los cuerpos desbocados en la entrega,
el amor ardiente de un verano;
ya nada abraza lo ausente y querido,
y dolor y terror se dan la mano.
Orgía cruel de excesos, llanto ausente,
en qué esquina has parado tu delirio;
pues cuando roza el aire tu estribillo,
la muda bruma invade sin piedad,
todo lo que hoy es, será mañana,
y lo que, tal vez, un día ha sido.
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©Julio Mariñas
Compositor y escritor
(Nombre artístico de Julio César Mariñas
Iglesias)
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permiso del autor.
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