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Mostrando entradas de abril, 2015

RELATOS ROTOS - VI - LA BIBLIOTECA

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    Los libros están llenos de muertos. Cadáveres históricos; anónimos cadáveres en lienzos, en fotos desgastadas por el tiempo. En los anaqueles se abrigan miles de personajes novelescos; algunos carismáticos, otros vulgares. Alguien recorre los pasillos de la vieja biblioteca. Embozado; apenas deja ver unos ojos negros de brillo enigmático. Ahora avanza, ahora se detiene. En ocasiones, sus huesudas manos toman un volumen polvoriento. No sé muy bien si él me sigue o yo lo sigo por este intrincado laberinto. El olor del libro, su tacto, el sonido de páginas al pasar, la belleza de sus grafías, incluso el sabor del papel masticado convenientemente para ocultar cierta página que no queremos sea consultada; todo es envolvente. Ahora el embozado tropieza tirando con una estantería. A esa le suceden otras y otras; hasta que la biblioteca es un caos de cascadas de libros y estruendosos choques. Me agacho y cubro la cabeza. Siento el impacto de los libros en mi espalda, piernas, manos, braz

LA AUSENCIA

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    Sonará la campana con esa calma enigmática que suspende el tiempo y anuncia el triste duelo. Por unos instantes algunas personas dedicarán unos segundos a pensar en el desaparecido. Alrededor del féretro se agolparán los llamados seres queridos. Después, el ruido de la madera siendo arrastrada al interior del nicho. Una vida entera de proyectos e ilusiones quedará cerrada en apenas una jornada. La vida de aquellos que compartieron con el ausente risas y llantos, volverá, más o menos veloz, a la rutina del mundo de los vivos. Aquellas cosas que, en vida del ausente, fueron para su uso y disfrute, pasarán paulatinamente a otras manos y otros modos de contemplarlas, entenderlas y sentirlas. Así de simple se escribe la historia de los hombres; como un renglón apenas perceptible en el libro del tiempo, como una leve brisa que se diluye al correr de los años en un horizonte incierto y frío.

EN LA NOCHE CERRADA

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    Fue en la noche cerrada, herido gravemente, ensangrentado, bajé a la playa y, arrodillado en las aguas, arropado por la oscuridad nocturna, lave mis heridas, alivié mi cuerpo lacerado. Todo era silencio entonces. Vacío asfixiante de ausencias e incertidumbre. Tal vez lejos, alrededor de mis angustias, latía una civilización festiva plena de esperanzas. Mientras yo, transido de dolor y desencanto, sentía el frío de las aguas en mi castigada piel. Fue en la noche cerrada, en otro tiempo que hoy se antoja extraño y huidizo. Pero existió. La playa aún sigue ahí. Los veraneantes la frecuentan, ajenos a los hechos que sucedieron aquella noche de novilunio. Aún recuerdo esa sensación áspera de la arena hiriendo mis rodillas, la espuma del mar sobre mi pecho. Fue en la noche cerrada. Aquella que el alma reconoce como su más fiel testimonio de revelación sentida.

COMO UN LEJANO CANTO DETENIDO - CINES Y TEATROS

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    Como un lejano canto detenido como un leve susurro, como una leve brisa; desciende lento pero decidido el telón sobre la escena. No hay aplausos; sólo un largo silencio que parece estar deshabitado y sin contenido. Después de algunos triunfos y no pocas derrotas, ha llegado el momento de abandonar el escenario. La tramoya dormita suspendida, espejismo de inertes ilusiones. Los ecos de las voces que proyectaron palabras con intención, aún habitan en los anfiteatros, en las plateas. Intangibles mensajes ahora indescifrables para meros visitantes ajenos a los días de éxitos y aplausos. Cuando todo es silencio, los duendes de la inspiración vuelven a jugar con los focos encendiéndolos y apagándolos; como reclamando de nuevo las antiguas presencias. Pero hay telones que jamás vuelven a abrirse. El destino es caprichoso o, más bien, feroz con el inexorable paso de los días. Cuando se cierra un cine o un teatro, para muchos de nosotros es la destrucción de lo que fue uno de los paraísos

AL FINAL

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     Todos mis recuerdos se perderán. Se perderá el crepitar del fuego en la noche de invierno y ese calor de cuerpos encontrados. Ya no volveré a observar la gota de rocío asomada al abismo en el borde del pétalo de una roja flor del estío. Y partiré dejando atrás el equipaje de las esperanzas rotas y los sueños no cumplidos. Con la desnudez de un cuerpo castigado abandonado por la juventud, con la mirada aún fija en el amor y la ternura. Oiré el suave canto de las aves de aquellos amaneceres de esplendor y anhelos, lejana música en el ocaso de la vida. Nada me retendrá a esta tierra que fue mi casa y mi cobijo. Sé que tendré que atravesar el páramo de los solitarios cipreses, hieráticos centinelas de retorcidas copas. El hombre cree tener miedo a la muerte; pero en realidad sólo tiene miedo al olvido. Terror atávico ese de atravesar el Leteo para nunca más recordar, ni ser recordado. Después de haber sido por un breve instante que es la vida, ya no ser nunca más para la eternidad.

DUELO DE FRASES ENTRE UN SOÑADOR Y UN PRAGMÁTICO

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    En un bar de madrugada casi a punto de cerrar, dos hombres, uno en cada esquina de la barra, sostienen un duelo verbal de frases sentenciadoras. El soñador evoca frases por todos conocidas. El pragmático las revoca con la inspiración que da el alcohol; o no; porque parece estar bebiendo agua.     -Veni, vidi, vici     -Llegué, bebí y me fui.     -“El hombre es un lobo para el hombre”.     -El hombre es un bobo para el hombre.     -“Conócete a ti mismo”.     -El hombre es un abismo.     -“Pienso, luego existo”.     -Siento, luego existo.     -“Lo que ganaste y los que perderás, ras con ras”.     -Lo que ganaste, lo perderás; algún día la palmarás.     -“Hoy comamos y bebamos, que mañana ayunaremos”.      -Hoy comamos y bebamos, que mañana no estaremos.