PRESINTIENDO EL INVIERNO
Encontrar un vestigio
de luz
entre tanta sombra y
desvarío;
la luz serena de la
vida
que es la única
riqueza verdadera.
Tengo las manos
desgarradas
de tanto acariciar lo
hermoso;
porque detrás de la
belleza
siempre hay un mar de
espinas.
Oculto en el interior
de cada mirada
late un universo
por explorar,
infinitos interrogantes
que asoman
para llenar de
incertidumbre la existencia.
Como esas gotas
quietas que,
bajo el sol de otoño,
entregan su esencia a
un nuevo día;
así el humano va
perdiendo,
al transcurrir
implacable de los ciclos,
su hálito en cada
amanecer.
En
cada rincón un mundo,
en cada
mundo un universo,
en cada
instante una vida
por descubrir
y transitar.
A un
árbol seco, pero altivo,
viene a posarse una urraca,
que hace
de lo muerto vivo,
de lo
olvidado, esperanza.
Al
principio, nos sigue nuestra sombra;
después,
somos nosotros los que perseguimos
la sombra
de lo que fuimos,
la sombra
de lo que amamos sin descanso.
Bajó
la marea
y tus
blandas formas
quedaron
tendidas sobre las rocas.
Bella,
yacente; esperas
a que el mar bese tu cuerpo nuevamente.
Los
sueños desvanecidos
en la
húmeda arena de solitarias playas.
El
hombre solo
en un
bello arenal de sueños y esperanzas.
La estrella de mar rindió su vida
en un tapiz de bivalvos y algas
a una gaviota voraz y ejecutora;
así los humanos acabamos
nuestros días de gloria y alegrías
ante la sombra cierta del destino.
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