EL HOMBRE Y EL SABIO

El hombre lloraba desconsoladamente,
y el sabio decía:
"Conserva siempre el sentido del humor".

El hombre yacía extenuado y solo,
y el sabio decía:
"Conserva siempre el sentido del amor".

El hombre reía desaforadamente,
y el sabio decía:
"Se prudente en tu risa y tranquilo en tu llanto".

El hombre apuraba los placeres materiales,
y el sabio decía:
"Que el placer llene tus sentidos, no tu cubierta exterior".

El hombre reía, lloraba, gozaba y yacía,
y el sabio decía:
"Dichoso tú que pasas por la vida
siendo la sombra de un ser que jamás conocerás;
condenada tu alma
al debatirse dolorosa en un cuerpo que le es ajeno".

El hombre moría,
y el sabio contemplaba el mar, el cielo y los campos,
sintiéndose acompañado,
porque era eterno como ellos.

Mientras el hombre se pudría,
el sabio volaba, volaba, volaba...







 
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