ARDIÓ LA CIUDAD

Y ardió la ciudad
para nacer de nuevo un sol
que despejase las brumas,
y de sus cenizas
surgió la negra noche
de eterna luna llena.

Ardió la ciudad
y con ella, el hambre y la miseria,
la necesidad de riqueza y la materia,
el odio y la opresión,
lo banal y lo culpable.

Ardió porque era un avispero de inmundicias,
una cueva de ladrones,
un becerro de cemento y asfalto.

Y al final
sólo quedó lo creado.




 
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