EL CAMINANTE EN LA CASA ABANDONADA - XXII - LAS BARCAS ABANDONADAS
El Caminante llegó al arenal y vio las barcas exhalar su hondo sentir en la mañana.
Allí, varadas para siempre en las arenas; o cercanas a la orilla semihundidas aún amarradas por maromas vestidas del verde alga; o sumergidas en las aguas, cubiertas en sus maderas por un manto de fauna y vegetación marina.
Eran cadáveres de barcas que, en otro tiempo, cuando tenían vida, plenas de esplendor surcaban las aguas con sus maderas pintadas.
Fueron aquellas que contemplaron la niñez y adolescencia del Caminante.
Ahora, al ver como el tiempo había provocado diferentes aspectos sobre los restos, se sintió reflejado en ellas; comprendiendo cómo el tiempo también había provocado en su interior sensaciones distintas para cada momento del pasado ya perdido.
Foto ©Julio Mariñas
Compositor y escritor
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