EL CAMINANTE EN LA CASA ABANDONADA - XXVI - UNO DE MIS MEJORES AMIGOS

 


    Nadie me ha mirado como tú. Todas las mañanas penetrábamos en el pequeño bosque por el estrecho camino de tierra. Disfrutábamos del verde, de las aguas del río, del hecho de ser libres. Éramos jóvenes. Nunca dejaste de estar junto a mí. Yo me sentaba a meditar en la granítica roca, cerraba los ojos y podía estar tranquilo porque tú custodiabas el camino.

    Supiste de mis amores; de mi pena y soledad cuando sufría por ellos.

    El día que nos vimos al atardecer y crucé mi mirada con la tuya, ya no era la de antaño. Tenía una sombra de adiós que ni las más precisas palabras del lenguaje humano podrían haber explicado mejor.

    A la mañana siguiente yacías muerto en el patio bajo el sol.

    Ya lo sé. Ya sé que estarás pensando: "Déjalo ya. Tan solo soy un perro”.


Foto ©Julio Mariñas

Compositor y escritor


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