EN LA NOCHE - VII - DESPUÉS DE MÍ
Un halo silencioso desciende sobre
la mesa polvorienta. Tarde o temprano sucederá. Partiré y un libro quedará
abierto en la oscuridad de la habitación, hasta que alguien abra de nuevo la
ventana y el sol de primavera deposite un rayo de luz sobre las páginas que ya nunca
podré leer. ¿Qué es la vida de un hombre ante la inmensidad del universo? Los
surcos que dejamos a golpes de alegrías y tristezas acabaran borrados por las
lluvias otoñales o los vientos del Norte que el invierno aciago hará tornar.
Habrá quietud en los caminos que recorrimos cuando éramos. Acogerán otras
huellas, y otras más, que borraran para siempre nuestro rastro. El hombre
observa el mundo y pretende hacerlo suyo en un alarde de egocentrismo
desesperado. Pero la vida no es de nadie y, sin embargo, la muerte es de todos.
Así lo avisa el viejo roble vencido a la orilla del camino, con su tronco
horadado por las horas. Quedará para siempre todo lo que pensé mío, durmiendo
ante la espera de otros ojos. Tal vez algún verso jamás contado será llevado
por las olas a las lejanas tierras donde cantan para la eternidad etéreas
formas, vaporosos fantasmas del exilio sentimental. Y tal vez, sólo tal vez, una
lágrima fugaz resbale por el rostro de alguna que en otro tiempo fue mi vida.
Vida que ya sólo será un espejismo en el inmenso océano de los sueños.
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