DECIR ADIÓS (REFLEXIONES DE UN POETA EN LA SOMBRA - XI)



    Decir adiós con el rostros ajado por las horas de placeres prohibidos y amargos desencantos. Como un barco al que han soltado amarras y se desliza solitario y callado por las aguas, sin  capitán, sin timonel, ni marineros; uno se va alejando de aquella orilla que en otro tiempo fue la entrada al paraíso, y hoy sólo es un malecón desierto de maderas gastadas e invadidas por la broma. La vida en sus inicios es buscar, encontrar, recibir. Después, sutilmente se va llenando de adioses. Algunos inesperados, otros presentidos, otros deseados. Así, eternos caminantes, vamos dejando huellas en el sendero incierto de los días vencidos, con la esperanza puesta en nuevos horizontes. 

FOTO DE JULIO MARIÑAS





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