ESCRIBIR Y SOÑAR
El tiempo se tornó difuso. Eran las horas de la incertidumbre; cuando podíamos
ver las aves surcando los océanos rumbo a otras latitudes. Entonces los horizontes
de juventud se abrazaban y entremezclaban en atardeceres de rojos intensos en
pasiones encendidas. Dueño de la noche, frente al papel en blanco, derramaba
versos llenos de vida. Nunca se está tan cerca de la felicidad como cuando
rememoramos los instantes en que la existencia se agarró a nuestra piel con infinita pasión.
Y la pluma sigue emborronando páginas. Pero las máquinas, compañeras de tantas
veladas, yacen calladas, sustituidas por el teclado del ordenador. En días como
hoy las contemplo; mudas sobre la repisa. Sus cuerpos yacen descansados después
de tantas páginas cumplidas. La noche tiene el rostro lleno de cicatrices
cuando contemplo la luna y las estrellas. Surcos creados a golpes de palabras llenas,
de frases enardecidas. Nunca deja el que escribe de soñar. En cada esquina del
camino se agitan los cipreses que custodian el sendero que lleva hasta la
montaña desde donde es posible ver como el sol muere en el horizonte y cantan
eternamente las sirenas sus melodías envolventes, hechizando el alma del
artista que seguirá soñando una noche más. Alimentando los sueños que se fueron
y aquellos que aún no se han cumplido. Sobre las olas de un mar embravecido,
siguen danzando juventud y vida, en un eterno vals enamorado.
Añadir leyenda |
Comentarios
Publicar un comentario