CALOR, FRÍO Y CULTURA

        Recuerdo una época de ascensores, donde el tema de conversación con las personas que aleatoriamente subían con uno en la caja elevadora, era el tiempo. “¡Que frío hace” “Pues sí, hace mucho frío” Nunca pensé que, al correr de los años, en la segunda década del siglo XXI, esa conversación tan banal que se utilizaba para romper el silencio dentro del ascensor, se convirtiese en toda época del año, en el tema fundamental de la mayoría de los informativos. Y de la media hora o tres cuartos que duran, la mitad se dedica a decir cuánto calor o frío hace en los diversos lugares de la geografía y a preguntar a los anónimos ciudadanos que cómo se sienten. Eso sí, si no ha quedado claro, después viene el tiempo que dura un cuartito de hora, y me parece muy bien. Lo que no me parece tan bien, es que los telediarios se dediquen, en su mayoría, después de la sección de presuntos delincuentes que están encausados, a contarnos lo acalorada o fría que está la cosa, para, acto seguido, dedicar escasos segundos a la cultura. Los acontecimientos culturales pasan tan rápido en los informativos, salvo algunas honrosas y ocasionales excepciones, que, si uno no está listo, no se entera donde era la exposición de pintura, la obra de teatro o el  concierto en cuestión. Porque, ya de siempre, la televisión ha tenido la mala costumbre, en ocasiones algo atenuada por alguna cadena que presta más atención a la cultura, de relegar los programas culturales para las horas nocturnas. Por eso, el que aquí escribe no tiene problema. Los que nos dedicamos al arte solemos ser noctámbulos en la mayoría de los casos. Pero, ¿acaso piensan que el currante de horario laboral mañanero no necesita la cultura? ¿Y los niños? Pues así nos luce el pelo. Hoy tiene más plano en los telediarios un presunto asesino que un escritor, un actor, o cualquier otro artista. De pena. Ya, ya sé que en la dos. Pero no es eso. La cultura tiene que estar insertada en el día a día. Tenemos que mentalizarnos. Mientras la cultura se siga distribuyendo en dosis concretas y no pueble los telediarios y demás acontecimientos, no crearemos una sociedad interesada por el arte. La música ha sufrido muchas y, en general, buenas fusiones. No obstante, mucha gente aún sigue pensando que la ópera es un espectáculo largo y aburrido que se ve con traje y la espalda recta, y el jazz es un espectáculo que hay que ver con una cortina de humo delante de la cara. Si bien es cierto que estos dos géneros musicales se han abierto mucho al gran público; aún queda un largo camino por hacer. Resumiendo, ¡que sí, que hace mucho calor! Ya lo sabemos. Si no hay una noticia mejor para abrir un telediario; se puede abrir con el Festival de Teatro de Mérida o Almagro, y preguntar a los que van a asistir a ellos o han asistido que les ha parecido; por ejemplo. En vez de preguntarles que opinan de que haga mucho calor o mucho frío. Así, a lo mejor, el niño pequeño le pregunta a sus padres qué es eso del teatro; en vez de ver acrecentada su sensación de calor. Cada vez, en lo que atañe a la cultura, esto me parece más la sociedad de la desinformación. Sería largo de enumerar. Pero, por citar una faceta del arte, sólo en pintura, España ha dado a cuatro genios universales que son Velázquez, Goya, Dalí y Picasso. Sólo una oferta cultural como esa, en muchos otros países sería promocionada hasta la extenuación y atraería a muchos más visitantes de los que atrae. La cultura debería tener, al igual que el tiempo tan mentado, un espacio en las horas puntas de programación, como son el mediodía y la primera hora de la noche, en el que se informara a los espectadores de la extensa oferta cultural que posee nuestro país. No sólo las fiestas culturales gastronómicas –que por supuesto también son cultura- sino infinidad de museos y monumentos visitables desconocidos para la mayoría de los habitantes. Porque cada rincón de España es una joya natural y cultural de incalculable valor. 
    En teoría, hoy los jóvenes tienen más acceso a la cultura que nunca. Quedaron atrás las épocas en que conseguir determinado libro o canción era misión imposible. Pero, también es cierto, que la cultura sigue siendo un compartimento estanco en el que, salvo las promociones puntuales de los libros de moda, la mayoría de la información no llega al gran público como debería. Puede parecer un tema menor. Pero la televisión sigue siendo esa caja -de caja ya tiene poco, más bien tabla- por la que entra el mundo exterior en el interior de nuestro hogar. Y decir hogar es decir algo muy importante. Si algunos deportes pueden estar mezclados en el día a día de las vidas de las gentes que los viven con pasión, y me parece excelente; por qué el resto de la cultura no puede estar en el día a día de las gentes. Si los niños y jóvenes tiene que entender como reflejo del mundo sólo lo que ven en un informativo; creo que se les está dando una imagen distorsionada de la realidad. La prioridad de un ser humano debe ser formarse y tener posibilidad de conocer, para después elegir las opciones que mejor se adapten a su forma de ver el mundo. Hay que pensar que sólo el saber nos hace verdaderamente libres y nos da la verdadera dimensión de lo único que diferencia al hombre del resto de las especies; la capacidad de crear, no sólo obras de arte, sino también nuestros propios mundos interiores. Aquellos donde la temperatura ambiental tiene poca relevancia, y es mucho más importante el calor humano. Conocer la cruda realidad es necesario. Pero también buscar el lado bello de las cosas. Sólo así no se nos hará insoportable el calor asfixiante de una sociedad cada día más deshumanizada. 

   
FOTO DE JULIO MARIÑAS

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