UNA CARRERA HACIA LA NADA

     Los veo correr; fatigados los rostros, sudorosos los cuerpos. todos en la misma dirección. Se apremian unos a otros. Cuando pasan a mi lado, lanzan una mirada esquiva, extrañada, despreciativa. Muchos se pierden en el horizonte de carreteras asfaltadas. Otros por callejones sin salida. Lo tienen muy claro: "Siempre hay una meta". Y yo, pobre infeliz, al borde del camino, sentado en la granítica roca junto al árbol centenario; no ansío nada más que vivir "El Ahora".


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