BEMBRIVE - LA PROGRESIVA DEGRADACIÓN DE LA RÍA DE VIGO Y SU ENTORNO
AVISO
Antes de escribir estas líneas, quiero dejar
claro que:
Yo, Julio César Mariñas Iglesias, no he militado ni milito ni militaré
en ningún partido político, no profeso ninguna ideología de las vigentes en la
actualidad ni anterior, no estoy ligado a ningún grupo, asociación o plataforma;
sólo me debo –egoístamente- a mi ética propia única e intransferible; soy un
ciudadano libre que ha dedicado su vida a la música y la literatura. He escrito
artículos genéricos sobre cuestiones sociales. Nunca sobre casos particulares.
Las líneas que vienen a continuación son reflexiones a las que me ha llevado una
situación que está ocurriendo cerca del lugar que habito. Y siento que, como
escritor, debo utilizar mi oficio para manifestar mi opinión.
El
escrito que viene a continuación no es un ataque personal contra nadie. Todos
nos hemos equivocado alguna vez en nuestras palabras o actos. Para mí no hay
malos ni buenos. El concepto del bien y del mal es muy ambiguo para suscribirlo
a unos hechos o palabras, y su definición varia según la cultura, la época y
las situaciones. La vida me enseñó que los seres humanos nos movemos por
nuestros propios intereses particulares. A estas alturas, lo único que aún me
causa un leve malestar, sin llegar a perturbar mi serenidad lograda con la
experiencia, es ver a unas personas tratando sin respeto a otras.
Cuando estoy en Vigo soy del lugar donde habito, cuando voy por Galicia
soy de Vigo, cuando voy por España soy gallego, cuando voy por el resto del
planeta soy español. Desde el punto de vista humano –que no político- creo ser
igual a los demás; por lo que no entiendo de fronteras, de edades, diferencias
de sexo, ni ideologías.
Vi
la luz en Vigo, pase mi infancia, mi adolescencia, mi juventud y estoy pasando
mi madurez camino hacia la vejez, en esta ciudad. Tengo un profundo sentimiento
hacia el mar, la arena de sus playas, las islas que custodian la Ría, los
montes y todo aquello que me hace estar en contacto con mi esencia natural.
Respeto a todos aquellos que gustan de lo artificial que provoca
efímeros sentimientos de alegría y hace a la gente feliz. Yo lo he vivido en
mis años de adolescencia y juventud, y pienso que con la madurez no es
necesario prescindir de ello.
Para mí sólo una palabra tiene valor. Una palabra que prácticamente está
en desuso hoy en día. Se llama AMOR. Cualquier otra cosa que sucede es un
añadido, malo o bueno, que nos dice de lo efímero de nuestra existencia.
Nací en Vigo en el barrio del Calvario en el año 1966. He vivido en la parroquia de Castrelos, en la parroquia de Lavadores en Barreiro, y en la actualidad vivo en la parroquia de Bembrive. He viajado por toda España y algunas ciudades históricas de Europa, y en ninguno de esos sitios he visto mayor número de despropósitos urbanísticos que en la ciudad donde nací.
Hace unos cien años Vigo era una hermosa bahía llena de paseos y playas que ha sido progresivamente masacrada. No voy a extenderme en la cantidad de edificios históricos o parques de la ciudad desaparecidos, ni en la ya irremediable desaparición de la zona de costa que va desde el Monte de la Guía a Bouzas, a la que los ciudadanos no podemos acceder para ver nuestro mar. Hoy es prácticamente imposible asomarse a las aguas de la Ría en la mayor parte de la línea de costa que linda con la ciudad. Esas aguas y esa costa de nuestra Ría, tuve la suerte de contemplarlas desde el mar porque tenía un tío que era aficionado a las lanchas y navegábamos desde Arealonga en Chapela donde estaba el punto de atraque hasta el otro lado de la Ría en Domaio, Moaña o Cangas y hacia el Río Verdugo. En los primeros años aún no existía el puente de Rande (muy necesario para las comunicaciones de la ciudad) ni, por supuesto, los innumerables puertos deportivos que salpican hoy la costa (tal vez no tan necesarios).
La disculpa para toda esa destrucción de lo bello, ha sido siempre la de que, Vigo tenía que crecer, añado yo, por encima de todo. Una mentira que, por repetida, no se convierte en verdad. Ciudades como Gijón o San Sebastián, y otras muchas, han conservado su costa y respetado el entorno sin ser más ni menos que Vigo. Y ciudades mucho más grandes, como París (con más de dos millones de habitantes), ha sabido crecer, sin impedir que la gentes sigan paseando a lo largo de casi todas las orillas del río Sena que la atraviesa.
Esto como reflexión inicial, para poner en claro que una ciudad no es ni debe ser “la idea que de ella tenga el gobernante de turno”. Una ciudad debe ser el resultado de un crecimiento acorde con los intereses de sus ciudadanos, y no de las empresas que en ella se instalan ni de los beneficios que el desarrollo de la urbe pueda dar a dichas empresas y a los agentes externos que se benefician de ello.
Se dice que a Vigo desde otros puntos de Galicia se le ha negado su historia. No creo que eso sea del todo cierto. Nosotros mismos hemos negado nuestra historia, destruyendo o enterrando los yacimientos que han dado origen a la ciudad. Desde los castros que salpican la costa: como el Castro de la Punta do Muiño do Vento cuya primera ocupación se fecha en el siglo VIII a.C., en la edad de bronce (casi enterrado en su totalidad bajo el Museo del Mar-antes matadero municipal); hasta el Castro que en la Edad del Hierro llegó a convertirse en el centro político y económico de la región en el siglo I d.C. y está en parte también enterrado por la carretera de acceso al monte del Castro y las casas que en su momento se hicieron sobre él. Eso sin contar los múltiples yacimientos romanos y de otras épocas hallados cada vez que se levanta una calle.
Es evidente que todo no puede ser conservado, que las ciudades se van construyendo sobre las ruinas de otras. Pero lo de Vigo ha sido algo completamente desproporcionado. Hasta el punto de que, en los últimos años, se ha dado la puntilla al primer Vigo marinero que nació en los soportales del Berbés, permitiendo todo tipo de alteraciones urbanísticas hasta que, el lugar más emblemático de Vigo desde el punto de vista de su población y sin el cual no existiría la ciudad, ha sido borrado sin contemplación del mapa.
Podría seguir durante páginas y páginas. Pero, ahora quiero hablar del momento actual.
Cuando un ser humano está en un puesto de poder, sea del tipo que sea, tiene propensión a perder la noción de realidad. Por mucho que uno camine por las calles e incluso hable con las gentes, eso no quiere decir que no esté, aunque solo sea levemente, flotando en lugar de pisar el suelo y que lo que escucha pueda interpretarlo hasta el punto de englobar todo el sentimiento de un lugar.
Durante 27 años fui director de bandas de música y, sobre todo, corales; y asistí a este fenómeno con frecuencia. Cuando algunos colegas llegaban a ese puesto creían ser poco menos que Bernstein o Karajan.
Con los políticos ocurre lo mismo, pero hoy en día en mayor medida; porque los medios de comunicación y las masas les prestan atención las 24 horas del día.
Llevo 14 años viviendo en Bembrive; parroquia de Vigo donde hay más de 300 hectáreas de monte; infinidad de cruceiros (entre ellos uno de los más antiguos del concello, en el lugar de Cacheno, en el barrio de Baruxáns, construido en 1782 y que cuenta con su propia leyenda); la iglesia de Santiago de Bembrive, de estilo románico de transición, es una de las tres iglesias románicas de Vigo, junto con la Iglesia de Santa María de Castrelos y la Iglesia de San Salvador de Corujo; el río Eifonso, que atraviesa el valle, está salpicado de molinos de agua; en el Monte da Fraga yacen bajo la vegetación los restos de unas casas que podrían temer su origen en la época medieval.
Esta es una breve pincelada de la zona cercana al núcleo urbano que disfrutamos los que aquí vivimos y, por supuesto, el resto de los vigueses.
Bembrive - Estampas de un lugar de Vigo
No es exclusivo de Vigo; pero tengo la sensación de que nuestra ciudad se está convirtiendo en un parque temático. Y de eso tenemos mucha culpa los que en ella vivimos. La navidades empiezan semanas antes y acaban semanas después; con algunas fiestas parroquiales sucede lo mismo; la Reconquista de Vigo parece que ya va a durar diez días (Reconquista de la que, por cierto, escribí una novela y una ópera. El primer borrador de la novela se la hice llegar a la alcaldía en papel hace muchos años, y años después vía Internet. Nunca obtuve contestación). Bueno, enlazamos una fiesta con otra. Esto, viendo el panorama global, hace mucho que me comienza a sonar a Pan y Circo; Panem et circenses, que decía el poeta latino Juvenal en el año 100 d. C. El pueblo convenientemente anestesiado por un sistema banal donde no queda lugar para la cultura y el pensamiento. Esta muy bien todo el esfuerzo de las autoridades por traer a la ciudad las últimas tendencias en música y expresiones artísticas. Yo lo valoro. Pero, sin descrédito de eso, Vigo debería ser además, el lugar por el que pasasen las mejores exposiciones a nivel mundial, las mejores compañías de ópera y orquestas sinfónicas, los más importantes actos literarios de panorama actual. Porque si las fiestas son cultura, también hay una cultura formativa del intelecto que no debe quedar lejos del pueblo y ser promocionada con la misma intensidad que lo otro, aunque no reporte tanto dinero.
La única ventaja en Bembrive cuando vienen días de fiesta es que las aceras y caminos dejan de estar invadidos por la vegetación que el resto del año no se limpia.
No voy a entrar en cuestiones políticas, ni ideológicas. Pero sí en cuestiones humanas. Para mí, una persona que, desde un puesto de poder (no debemos olvidarnos que pagado por los ciudadanos) emite, generalizando, declaraciones despreciativas ante una situación que supone un estado de malestar, angustia e incluso perjuicio real para seres humanos, me está demostrando que, al menos en ese instante, ha perdido la noción de realidad hacia lo que debe ser su forma pública de comportarse.
He escuchado con referencia al nuevo
trazado de la A-52 que atraviesa el valle de Bembrive declaraciones como: «Si alguien cree que por protestar va a
parar la autovía está equivocado, la época de los carros de bueyes no va a
volver». "Se va a hacer sí o
sí"
Las dos frases afirmativas denotan una autosuficiencia que excluye toda posibilidad de dialogo. Y esto es lo más lejano –en el caso que siga existiendo en el mundo actual- a eso que se llama democracia. Porque los ciudadanos, equivocados o no, están siempre en su derecho a protestar; para eso pagan sus impuestos.
Decir también sobre estas declaraciones, que, los carros de bueyes, si existiesen (en algún lugar de Galicia hace algunos años los he visto y fotografiado), no son malos, ni incompatibles con los automóviles de última generación. Son hechos con maderas naturales y contaminan mucho menos. No hay que olvidar que ya hace algún tiempo las nuevas normas a nivel mundial han hecho desaparecer la mayoría de los cultivos y la crianza de animales para consumo propio, a favor de las grandes superficies. Pero es que esa alusión, aunque sea sin querer, parece dar a entender que los parroquianos de Bembrive que temen que estropeen su medio natural son una especie de aldeanos. No, aquí hay coches, ordenadores, teléfonos móviles; todas esas cosas que utilizan en el primer mundo, e incluso en algunos lugares del tercer mundo los que se dedican a esquilmar países sin posibilidad de defenderse. Y el: "Se va a hacer sí o sí" ya suena a una prepotencia propia, no de otras épocas, sino a la expresión de un César de los tebeos de Asterix.
Pero lo ya imposible de digerir son las palabras escuchadas en un programa de la televisión local: “Cada persona que muere ahí, es responsabilidad de los que no quieren que se haga esto” (23-01-2025); refiriéndose a la alta siniestralidad de la bajada desde Puxeiros hasta Porriño, hablando del nuevo trazado de la A-52.
Esta deriva de declaraciones, hacen que parezca que, al final, las gentes de Bembrive y otras zonas que no están de acuerdo con el proyecto, van a acabar siendo responsables de la muerte del torero Manolete (Muerto en 1947 en la plaza de toros de Linares). Un delirio.
Suele suceder a la mayoría, que cuando a uno le dicen durante mucho tiempo lo estupendo y maravilloso que es, acaba flotando en una nube. No; hay que bajar al suelo.
Es indiscutible que en Vigo se han hecho muchas cosas bien en los últimos años. Cosas necesarias que otros gobiernos no habían ni siquiera emprendido.
Es indiscutible que Vigo tiene una afluencia de tráfico muy grande, y su trazado urbanístico es caótico desde que, en mi opinión, en el año 1934 quedó arrinconado el proyecto que el arquitecto Palacios tenía para la ciudad, y posteriormente todo fueron remiendos. Claro que sí. Y si lo convertimos en un parque temático cada vez será mayor.
Todo político debería de preocuparse de que los ciudadanos que viven en su jurisdicción pudiesen llegar a fin de mes y no vivir con estrecheces. Esa debería de ser la finalidad primordial. Y después todo lo demás. Ricos y pobres pagamos los mismos impuestos por los productos básicos, por los combustibles y otros locales. Cuando un ciudadano recurre a los gobiernos, ellos llaman ayudas a lo que les dan. No señores no; esos ciudadanos menos favorecidos están contribuyendo y han contribuido en mayor o menor medida como los demás a que ustedes estén ahí y a que las instituciones se mantengan. Aquí nadie ayuda a nadie. Si acaso, la ayuda la reciben algunos de los dirigentes corruptos que tienen mil formas de eludir la justicia y de rebajar las penas.
Está uno un poco harto de este circo a nivel nacional en el que se ha metido a la gente, cegándola a la realidad. Que está muy bien que la gente se divierta, está muy bien que se promocionen las excelencias de un lugar y se promocione el turismo en todo el territorio español. Pero lo que no se puede es deformar la realidad.
Por cierto, ayudas para gente mayor y discapacitada, todas las necesarias. Pero tampoco es necesario poner artefactos mecánicos para salvar los accidentes geográficos que existen en todos los rincones de Vigo. Mi abuelo tenía una pata de palo desde los 14 años y murió con 86, vivíamos en lo alto del Calvario, andaba por si solo, y no existía ninguna escalera mecánica ni ascensor en Vigo. Vivíamos en un tercero, y cuando el ascensor se estropeaba, subía a pie las escaleras (y nunca mejor dicho porque sólo tenía uno). Jamás le oí quejarse ni llegar jadeante o cansado a casa.
Esta excesiva protección que se esta haciendo de todo a nivel mundial, lo único que provoca es ciudadanos débiles y sin autonomía propia, dependientes de las medidas que se vayan tomando según tiempo y circunstancias.
Lo que quiere la gente es vivir en paz, tener un techo, comida en la mesa y asistencia sanitaria cuando la necesita. Hablando de sanidad; hace unos años que se quiso cerrar el Centro de Salud de Bembrive, una parroquia de más de 4.000 habitantes. Ese tipo de cosas son las que deberían de preocupar a las autoridades.
Los montes de Bembrive, junto con todos los demás que rodean a la ciudad, son un verdadero pulmón que oxigena la urbe y acoge una biodiversidad vegetal y faunística enorme.
Desde lo alto de la Capilla de San Cibrán, donde hay una centenaria carballeira, parte un sendero que transcurre junto al río Eifonso entre especies de árboles autóctonas de Galicia: robledales, alisos, castaños, avellanos, fresnos, abedules y otros muchos. Un bosques de ribera donde han sido catalogados cerca de un centenar de árboles y arbustos Entre la fauna hay anfibios como la rana patilarga y la salamandra rabilarga, que son especies endémicas del noroeste penínsular. A lo largo de recorrido, uno se va encontrando con molinos de agua.
En el lugar llamado Bouzafría, el río Eifonso –el mayor afluente del río Lagares- queda encajado en una garganta rocosa y supera un desnivel de unos 20 metros en tan sólo unos pocos metros, lo que provoca una Fervenza, junto a la que se asientan dos molinos antiguos, el de O Buraco y el de O Buraquiño. La cascada, según la época, deja caer el torrente de agua con mayor o menor intensidad, provocando con la luz del sol filtrada entre las copas arbóreas diversas tonalidades y matices de color.
Podría seguir y seguir. Pero creo que es suficiente para entender y que, a quién competa, entienda, que los habitantes de una parroquia cualquiera se manifiesten y luchen contra lo que ellos consideran que puede ser un atentado contra un medio natural y, en algunos casos, a sus tierras y viviendas, es algo normal.
También es cierto que, cuando sucede algo así, deberíamos preguntarnos dónde están todos esos ecologistas y animalistas que ensucian los cuadros de los museos o acosan a un cazador de perdices.
Después de estas reflexiones, sólo hay algo seguro. Las cosas, sean cuales sean, cuando aún no están hechas, no es posible afirmar que se van a hacer sí o sí; porque ni siquiera el ser humano con más poder en el mundo puede estar seguro de nada.
Yo, que estoy escribiendo estas líneas ahora, no sé si voy a poder acabarlas, no sé si volveré a escribir, no sé si el nuevo trazado de la A-52 se realizará, no sé si todos aquellos que están en estos días preocupados llegarán a verlo; ni siquiera sé si llegaré a mañana.
Lo que sé es que, vivir en un mundo en que todos hablan de certezas, en un mundo en que todos saben que es lo bueno y lo malo para ellos y para su semejantes, en un mundo en que el progreso es sinónimo de excelencia y todo lo que quedó atrás es antiguo, me provoca una infinita tristeza; que se me pasará en cuanto acabe de escribir estas líneas. Porque hace mucho tiempo que me dedico a vivir, y de paso dejar vivir. Lo hago porque, al menos yo, tengo una sola certeza –que todos deberían tener y recordar al levantarse y acostarse- “Soy mortal”.
©Julio Mariñas
Compositor y escritor
Comentarios
Publicar un comentario