RELATOS ROTOS -V- LOS AMANTES
Transidos de llanto y risas, los amantes eternos se abrigan bajo el
árbol que se alza junto a la vieja cabaña cerca del mar. Allí pasan las noches,
recogidos sobre sí mismos. Todo es silencio alrededor. Calma apenas alterada
por la silueta de un ave recortada en la luminosa faz de la luna llena. Ella lo
mira extrañada. ¿Qué te ocurre, amor mío? Él alza los ojos y, levantando la
mano que reposa sobre el costado, deja al descubierto una herida de la que mana
abundante sangre. Los ojos se llenan de lágrimas y las miradas se mantienen
cómplices. A sus oídos comienzan a llegar los ladridos de los perros
rastreadores y las voces de los hombres que componen la partida. En un último
gesto, los amantes encienden un pequeño fuego que, poco a poco, cobra fuerza envolviéndolos
a ellos y al árbol que los cobija. Las llamas se elevan en la noche para
sorpresa de los perseguidores; con fuerza laten en la magia del plenilunio,
mientras crepitan poderosas. Y los sabuesos enloquecen desprendiéndose de sus
cadenas y se pierden gimiendo entre las sombras. Y los hombres caen extenuados
presas del asombro que provoca la llameante luz de los proscritos amantes sobre
ellos.
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