ACASO UN SUEÑO




    Extrañas circunstancias me llevaron hasta allí. Después el mundo rugió y retumbó con esa sordidez característica que tiene él de hacerlo en ciertos períodos del tiempo y el espacio. Estaba en medio de un largo y oscuro pasillo, con más de medio siglo crepitando detrás de mí. Entonces, tuve la osadía de intentar volver sobre mis pasos; tal vez por una especie de curiosidad morbosa de ver mi pasado con los ojos del presente. Sólo encontré un leve fuego a punto de extinguirse, tierra quemada, pavesas en el aire turbio, rescoldos y cenizas. Me vi caminando vacilante por un pasillo sin paredes que lo delimitaran; interior de una casa de la que apenas quedaban en pie restos de algunos muros de las antiguas habitaciones. Tuve una extraña sensación al estar vagando por aquel corredor terroso que sólo conservaba trozos dispersos de antiguas baldosas, vestigios de un suelo hecho añicos. Y ese espacio de vivienda arruinada no era otra cosa que el interior de mí mismo. Qué puede hacer uno ante su esencia más profunda, sino sentirse perdido al contemplar las propias entrañas del Yo sin tener capacidad para analizarlas ni pensarlas con serenidad. No estaba nervioso. Lo que sentía era una especie de intranquilidad contenida de hallarme en un lugar que semejaba exento de tiempo y espacio; como el estatismo de esas ruinas milenarias que han resistido el transcurrir de los siglos y parecen no sufrir el mismo devenir de la vida igual que los mortales que las rodean. Lo que sí sé, es que en ese lugar el mundo exterior no tenía potestad. Tal vez porque me hallaba transitando los vestigios de mi propio pasado, y nada puede afectar a lo que ya ha sido. Es posible transformar el presente, tal vez modificar el futuro; pero, lo que pasó, tan solo es susceptible de verse corrompido por las voces que dictan teorías, nada más; porque, ni ellos ni nadie puede afectar ni cambiar la realidad de lo que fue. Dicen que nuestra mente desfigura los recuerdos. Es posible. Pero el sentimiento que lo vivido ha dejado en nuestro interior se queda grabado en lo profundo del Yo. Por un erial de tierra quemada salpicado de ruinas, fue transcurriendo mi camino. Todo lo que contemplé y sentí no lo quiero contar, porque, además de necesitar otra vida para poder hacerlo, estaría desnudando todo mi ser. El tiempo que transcurrió en mi peregrinar por Lo que fue, no lo sé. Si sé que, cuando finalizó mi periplo, esperé despertar de aquel enigmático, maravilloso y conmovedor sueño; pero no lo hice. Creo que fue porque no estaba dormido. Tal vez ni siquiera despierto.

 

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©Julio Mariñas

Compositor y escritor



 

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