LA NADA
He vuelto a pisar los caminos. Otra vez,
siluetas confusas y livianas en la memoria abatida. Mis huellas en la arena,
sombras de lágrimas que ya no tienen piel para el descenso hacia lo hondo de
todo lo sentido. Un golpe seco duele mucho menos que la visión de un mundo del
que nada se espera. El optimismo y el pesimismo son lujos que sólo pueden
permitirse las gentes fuertes y valientes. Para mi, prefiero la nada. Lugar
virgen, sin mácula; médano en el planeta humano. Allí, donde aún es posible
olvidar y recordar, construir mundos imaginarios que se tornan reales con un
solo golpe de verso. La nada que se ofrece ante mis ojos como un lugar para
seguir ejerciendo el sueño mágico de la creación. Sin otra finalidad que ser,
con toda la libertad que entraña esa palabra; con todo el contenido que
encierra la palabra libertad. Así va anocheciendo. La niebla se posa lentamente sobre
las montañas. Para que pedir más. Después de haber vivido, seguir sobreviviendo
a la cruel máscara de los siglos que palpitan en la infinita belleza del
silencio certero.
FOTO DE JULIO MARIÑAS |
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