A LA SOMBRA
Demasiada luz, exceso de oropel, bullicio
donde la individualidad se diluye. Confusión de egos desmedidos, porque hay que
ser más que otros. Con lo difícil que es simplemente ser uno mismo. Mejor a la
sombra, entre los claroscuros que dan sentido al “yo” menos superficial. Donde
sentir la suavidad del cálido verano, donde escuchar los latidos de corazón que
ama. Los cuerpos se desnudan en la arena. Pero las almas siguen guardando sus
secretos. Tan solo, alguna mirada ausente en el vacío de la espuma nos dice que
aún hay sentimientos, que aún el mar alberga algo más que los naufragios de una
tierra que en su artificial castillo de soberbia agoniza. Mi cuerpo se sumerge
en las aguas y las olas lo mecen distraídas. Después, como siempre, una vez
más, la arena se escapa entre mis manos.
Y regreso a la sombra del cuarto donde me esperan los mismos habitantes. Esos
que llenan el silencio de todo lo que alberga la memoria.
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