LOS RECUERDOS DE OTOÑO

 


LOS RECUERDOS DE OTOÑO

    Una lluvia persistente moja sin compasión las hojas de este otoño. Hojas pardas y rojas; hasta ayer secas, eran llevadas por el viento, que jugaba displicente con sus inertes cuerpos.

    El verde musgo se agarra a los gruesos troncos de los árboles centenarios, cuyas siluetas, cual ejercito del más allá, se advierten entre la densa bruma que invade el bosque.

    Los pájaros que cantaban en la mañana han enmudecido, y sólo las menudas gotas de incisiva lluvia entonan un leve canto apenas perceptible, hasta que el viento arrecia e impactan violentas conmocionando el alma.

    Los parques solitarios parecen el vestigio de un pasado hermoso de niñez y alegrías.

    En este día otoñal regresan los fantasmas que pueblan los recuerdos. La soledad se ciñe al corazón, cuando ese cielo gris cubre la tierra.

    Besos bajo la lluvia en el tiempo que los ojos tenían el brillo de juventud y sueños. Antes, mucho antes de que los días de adioses y desengaños fuesen sutilmente apagando el resplandor de las miradas.

    Aquella con la cual busqué refugio bajo el callado árbol, mientras el cielo bañaba la tierra; tierra que entonces acogía nuestros cuerpos y era promesa de ilusiones.

    Aquella con la cual, después de correr por las calles mojadas, me cobijé en un portal solitario; sombras y besos húmedos en la tarde otoñal.

    El otoño visita mi balcón solitario, con la pesada carga de seis décadas vividas; y la deposita en mi ser, como si yo, pobre mortal, pudiese asimilar tantos recuerdos.

    En el cristal de las ventanas, infinitas gotas acusadoras se clavan en el hoy con aromas de ayer.

    Las estrellas dormidas no despertarán esta noche para tapizar el firmamento con su luz de infinito. Y yo, amo el recuerdo de aquellas que amé y me amaron; y el recuerdo de aquellas que amé en silencio y nunca lo supieron.

    El tiempo avasallador todo lo cubre con numerosas capas de múltiples matices. Por eso hay noches perdidas que jamás regresarán a la memoria. ¿En qué lugar profundo del cosmos y sus misterios latirá aún su esencia?

    El otoño se puebla de muertos con palabras. Son ellos quienes hablan lamentando el pesar de no tener más vida, y soy yo quien escucha.

    La húmeda densidad de la estación del duelo es un paraje único para el vagar cansado de aquellos que se fueron. La madre, el padre, amigos; todos ya sin sol, sin tierra.

    En este día gris, suspendido en el aire, flota el breve poema que soñé para ti.

 

Desde que tú te has ido

el otoño ha llegado a mi vida cansada.

 

Y, si no has de volver,

tengo las secas hojas que nuestros pies pisaron.

 

Y con ellas haré una alfombra de adioses

por si un día regresas.

   

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Foto ©Julio Mariñas

Compositor y escritor


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