EL TIEMPO ACTUAL; LOS OTROS TIEMPOS

 




    El planeta se ha convertido para el homo sapiens en una gigantesca pantalla donde, por fin, cabemos todos. Y no sólo eso; sino que podemos ser sabios en cualquier materia para opinar sentando cátedra. Así, en este inmenso y etéreo escenario al que los humanos damos forma utilizando pequeños artefactos que, para la mayoría de la gente, se han convertido en un nuevo apéndice de su propio cuerpo; en base a unos datos rápidos, breves e impactantes que recibimos o enviamos; podemos juzgar o ser juzgados física, psicológica, moral e, incluso, sentimentalmente; y dictar las sentencias o ser sentenciados sin buscar la profundidad y sin importar la repercusión que dicha actitud pueda tener sobre los otros, sus familias, amigos, trabajos o entornos sociales en los que se muevan.

    Desde hace años, con acierto o no, se habla de conspiraciones y de elementos en la sombra; pero, la realidad es que, la mayoría de los seres humanos que llevan un artefacto en la mano que sirve para algo más que hablar a distancia, se han acabado convirtiendo los unos con los otros en propios controladores y elementos en la sombra. Es decir, que, si efectivamente hay grandes poderes ocultos, el trabajo sucio lo están haciendo en mayor o menor medida las grandes masas de personas que viven pegadas a un móvil a través del cual orientan su vida.

    Así, las tribus o pueblos que en épocas pasadas luchaban por el control del resto de los individuos no acordes con sus planes, ahora han devenido en habitantes de los medios digitales; y ahí forman sus propios clanes o vagan por libre en busca de presas que no concuerden con su forma de pensar o, simplemente, no les gusten.

    La diferencia está en que, esta nueva organización social ya no requiere el esfuerzo ni la valentía de mirar al adversario a la cara para discutir o luchar. Es un sistema cobarde donde no es indispensable ser inteligente ni poseer ningún tipo de estrategia para emplear convenientemente las armas con habilidad. Por lo tanto, hoy cualquier estúpido que sepa mover los dedos puede “vencer” en sus planes de odio, venganza o resentimiento hacia sus semejantes. Por eso, cuando la gente se sorprende de muchos de los políticos desastrosos que pueblan el planeta, no deja de ser paradójico; ya que esos dirigentes son un producto generado por los mismos ciudadanos, y actúan con el beneplácito de la mayoría de la sociedad.

    La gran pantalla en que se ha convertido el hábitat del ser humano, tenida por socializadora y favorecedora de acercamientos, no es más que un espejismo en el cual las gentes, disgregándose cada vez más, han encontrado una base para crear grupos minoritarios; algunos buscando causas que reivindicar creyéndose en posesión de la verdad, otros buscando a quien odiar, etc. Es decir, lejos de acercar, la globalización nos ha distanciado de nuestros semejantes, nos ha quitado la perspectiva de la naturaleza en la que estamos y, lo que es mucho peor, nos ha alejado de nosotros mismos. Por lo tanto, si en algo ha unificado a la mayoría de las personas, ha sido en la mediocridad; separándolos cada vez más del pensamiento que hizo del hombre, para bien o para mal, una especie “más inteligente” (con reservas) que las otras que pueblan el planeta.

    No creo que los medios digitales y otras modelos de vida sean malos per se. Todo depende del uso que hagamos de ellos. El cuchillo que sirve para corta los alimentos puede usarse para matar. Las palabras supuestamente hirientes (hoy muy denostadas por lo políticamente correcto y el buenismo reinante), lo son dependiendo de dónde, cómo, cuándo y de a quién se digan.

    Tampoco considero que haya tiempos mejores ni peores. Los individuos que sepan pensar por sí mismos, sabrán qué tiempos han sido o son mejores para ellos.

    Lo que es seguro, es que el ser humano global hace mucho que navega sin rumbo por el mar que es la vida en una nave artificial inconsistente hecha de humo.

    La particularidad de esta época actual con relación a todas las anteriores de la historia de la humanidad, es que las personas nacidas en las últimas décadas, en su mayoría ya no se han desarrollado ni hacen su vida sobre los pilares del pasado: sus padres, abuelos, antepasados, la propia historia que ha hecho posible que hoy estén aquí.

    Se puede caminar por el asfalto, por los caminos de tierra, por los desiertos, incluso por los hielos. Pero, caminar por terrenos pantanosos es correr el riesgo de caer en arenas movedizas y, ante la falta de perspectiva, no tener cerca la rama de un árbol con sólidas raíces para poder agarrarnos.

    El Gran Hermano ya no es un señor muy malo dominador del mundo; ni siquiera un grupo poderoso y controlador. El Gran Hermano es un entramado de imágenes, palabras, símbolos y números, mezclados en un batiburrillo del cual cada uno capta y asimila lo que considera que es mejor para sostener su ego y sus intereses.

    Esto sucede porque la humanidad está viviendo en muchos de sus especímenes una sobredosis de información descontrolada, y el cerebro es incapaz de asimilar y procesar todo lo que le llega. Por lo tanto, acaba siendo también incapaz de discernir lo que es bueno para él y lo que es tóxico.

    Por cierto; tengo malas noticias para todos aquellos habitantes de este nuevo mundo digital que se enorgullecen y ensalzan su figura porque creen tener de sobra juventud, belleza, inteligencia y sabiduría. La juventud se pasa con los años. La belleza también; además de depender de los ojos que la contemplan. La inteligencia suele abundar poco y es muy difícil de evaluar. La sabiduría, si llega, lo hace con el paso del tiempo. Y las cuatro cosas acaban desapareciendo con la muerte.

    Pero bueno; tampoco pretendo quitar la ilusión a nadie de ser eterno. Cada loco con su tema.

 

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©Julio Mariñas

Compositor y escritor


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