DE VERANOS CÁLIDOS, LITERATURAS Y PERSONAJES ILUSTRES - ESCRITO POR JULIO MARIÑAS

    Fue un largo y caluroso verano de hace ya “algunos años”. Después de subir las estrechas y empinadas calles rodeados de casas blancas y de toparnos con algún solitario “galgo corredor” de aquellos que Cervantes hace mención en las primeras líneas de su obra “Don Quijote de la Mancha”, llegamos al cerro de la Paz de Campo de Criptana para contemplar los mencionados Molinos. “Gigantes” contra los que el valeroso D. Quijote entró en “fiera y desigual batalla”. Aún doce de ellos quedaban en pie cuando en 1905 el escritor Azorín frecuentó estos lugares. Desde este cerro, bajo un sol de justicia, contemplando la planicie manchega que parece no tener fin, es muy fácil trasladarse a la acción que transcurre en el capítulo ocho del citado libro, y ver al famoso Hidalgo suspendido en el aire junto con su escuálido Rocinante, para acabar rodando maltrecho por el árido suelo del lugar. Así, como en otras de las muchas aventuras de este personaje, nos enseñó Cervantes que más vale perseguir los sueños imposibles, aunque muchas veces nos demos de bruces en el suelo, que vivir temerosos de la vida como acontecía al bueno de Sancho que, las más de las veces temblaba como una vara ante las fantasías de su señor.

    “Don Quijote de la Mancha” es, no sólo uno de los mejores libros que se han escrito, sino también uno de los más divertidos. Encierra en su interior historias de amor, ideales y realidades que, arrancándonos una sonrisa, nos pueden hacer reflexionar sobre la vida y la naturaleza del hombre.
    La sombra de Cervantes y su obra gravitan por Castilla. Desde  Venta de D. Quijote, lugar donde veló armas nuestro caballero; sin que se nos olvide pasar por El Toboso para visitar la Casa de Dulcinea, la amada del Caballero de la Triste Figura; hasta llegar a la cueva de Medrano en Argamasilla de Alba, donde el escritor estuvo cautivo.
    Fue un largo y cálido verano. Castilla parecía no tener fin. A las gentes del Norte estos paisajes se nos antojan eternos cuando los transitamos en la soledad de los meses estivales.

   Años más tarde, mi interés por la obra de Cervantes me llevó al estudio de los dos capítulos en los que cuenta con gran maestría la historia de las Bodas de Camacho. Surgió así la obra coral “Quiteria y Basilio” como homenaje al ilustre escritor y la bella historia de amor que cuenta en esta parte de su obra.
    Nació Cervantes en Alcalá de Henares. Es muy recomendable la visita a esta ciudad y, sobre todo, a su Universidad fundada por el Cardenal Cisneros, que tenía como colaborador al famoso humanista Antonio de Nebrija, cuya gramática ha llegado hasta nuestros días. Su división de la gramática en: ortografía, prosodia, etimología y sintaxis; ha perdurado hasta la Edad Moderna; además de otros conceptos.

Calderón de la Barca, Jovellanos, Lope de Vega, San Juan de la Cruz, Tirso de Molina y otros muchos ilustres de las letras han pasado desde entonces por las aulas de la Universidad de Alcalá de Henares, donde se entrega el “Premio Cervantes”.
     Podemos visitar en esta localidad la que dicen fue Casa Natal del escritor, donde un bello patio de columnas renacentistas nos da la bienvenida a una casa hidalga española del Siglo de Oro.







El Quijote, al igual que La Odisea de Homero o  algunas obras de Shakespeare, son lecturas a las que siempre uno puede volver para saborear la buena literatura, para soñar o para reflexionar sobre lo divino y lo humano

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